miércoles, 30 de junio de 2010

La Excelencia


Excelencia (Del lat. excellentĭa).

1. f. Superior calidad o bondad que hace digno de singular aprecio y estimación algo.

2. f. Tratamiento de respeto y cortesía que se da a algunas personas por su dignidad o empleo.


El concepto de la excelencia me da mucha grima, en cualquiera de las dos acepciones del diccionario. La segunda por motivos evidentes, imagino que debido a mis orígenes obreros y proletarios, eso de que unas personas tengan más dignidad que otras, generalmente por motivos de nacimiento, me toca (con perdón) los huevos. Mayormente porque todos nacemos por el mismo y peludo lugar, y creo que con eso está todo dicho. Como excepción solo voy a disculpar a Julio César, si es que es verdad que nació por cesárea, aunque personalmente no me lo creo.

Excelencia es una de esas palabras que de vez en cuando se ponen de moda, lees la prensa, escuchas la radio o simplemente miras la web corporativa y allí está, a todas horas. Si lo piensas bien, este tipo de palabras realmente no significan nada, o por lo menos no pueden concretar nada, pero su mera presencia parece envolver al asunto de referencia de un halo de respetabilidad o de transcendencia. Yo, en cuanto las veo aparecer por el horizonte siento lo mismo que Spiderman cuando presiente un peligro, me pongo en guardia y pienso por donde me la van a intentar clavar, si las escucho me pitan los oídos y si las leo las veo parpadear en negrita y rojo intenso.

Mi relación con la excelencia comenzó en la universidad. Antes, viviendo en el barrio del otro lado de la vía, la excelencia solo se encontraba en el diccionario. Como por entonces era un poco vago y un poco flojo, ir de Alcorcón a la Castellana, para hacer algo tan absurdo como estudiar, me parecía una odisea digna del mismísimo Marco Polo. Así que termine en Leganés, en la Carlos III, una universidad que presumía de excelencia y de ser la pública diferencia. No niego que hoy, casi veinte años después, no lo hayan conseguido, que no lo sé, pero por entonces cada vez que escuchaba al Magnífico (también conocido por pecesbarba) hablar de la excelencia, yo no llegaba a entender por qué si éramos tan excelentes estábamos apiñados 50 cachorrillos en un aula sin mesas en un edificio provisional. Algo no cuadraba. Pero de aquello aprendí dos cosas, la primera fue a escribir en una silla para diestros, la segunda que ser un padre de la constitución no te libraba de ser un tirano y un mentiroso.

Y podría añadir una tercera, el concepto de lo intangible, la versión timo del tocomocho de todas esas cosas que se supone que disfrutábamos y nunca llegábamos a ver. O yo nunca llegué a ver, porque mi paso por la universidad fue cualquier cosa menos excelente, y mi transición sin anestesia a la empresa patera tampoco. Allí algo excelente hubiera sido haber pasado una fregona por el baño en los cuatro años que estuvimos en la nave de Azuqueca, algo excelente hubiera sido tener algún tipo de calefacción que en invierno hubiera hecho subir la temperatura de cinco grados, algo excelente hubiera sido tener la acometida eléctrica legalizada y no tener que escondernos cada vez que pasaban a leer los contadores los de Iberdrola, no sé, a lo mejor soy un poco tiquismiquis pero desde luego un premio a la excelencia empresarial seguro que no nos llevábamos.

Porque ese es otro concepto que me flipa, la excelencia empresarial, si tu empresa busca la excelencia lo siento, estás jodido amigo. Yo quiero una empresa que no me venda el camelo de que busca la excelencia, bueno, si me dicen que tienen una responsabilidad social ya es que me descojono, yo quiero una empresa que me diga a las claras que busca ganar pasta, que soy una herramienta para conseguirlo y me pague religiosamente por ello. Me gusta sentirme un mercenario y alejarme de sentimentalismos y falsos conceptos, que es lo que es la excelencia, una mierda que no es nada cuantificable disfrazada espíritu de superación e intentar ser el mejor, y esto vale para cualquier ámbito de la vida donde la apliques. Mentira podrida, un huevo de pato, a otro perro con ese hueso. La excelencia es el Tío Gilito contando billetes, es el ansia desmedida por ganar a cualquier precio, la excelencia es un lobo con piel de cordero deseando calmar su apetito mordiéndonos en el cuello.


lunes, 28 de junio de 2010

Crónicas futboleras


Hacía muchísimos años que no seguía un mundial tan desapasionadamente, no sé por qué pero lo sigo a media distancia, y soy muy futbolero, no me da nada de vergüenza admitirlo. Posiblemente este año estoy de vuelta porque me he dado un par de gustazos con el Atleti, aunque parezca mentira, mis ansias de triunfo están calmadas por lo menos para diez años más. Sin embargo el mundial mola trillones, no, mola quintillones, da igual que equipo juegue, si conoces o no a los jugadores, es lo de menos, sabes que los partidos que ves son parte de la historia de tu vida y que algún día comentarás con alguien lo bien que jugaba tal o cual equipo en el mundial de Sudáfrica.

Pero vamos a la crónica, empecemos por España. Se ha vuelto a cumplir la máxima que dice: “La selección existe para que el resto de los españoles sepan que es ser del Atleti”. Amén. Si eres seguidor de la roja, o de la rojiblanca, siempre crees que tu equipo es el mejor del mundo, que tus jugadores son más altos y que corren más que el resto; después llega la típica Suiza de turno y te pinta la cara. Pero por mucho que se repita, la próxima vez pasará igual, si no al tiempo. Hablando de táctica, tengo que decir que odio el doble pivote, es una castaña, el balón no circula y el juego se atasca, es tan evidente que tendría que existir una regla que lo prohibiese. Es más absurdo que ser Brad Pitt y acabar de putas en la casa de campo, no tiene sentido. Desperdiciar el talento es un pecado, en el fútbol y en lo que sea, por eso no me gusta este entrenador, lo cual no quita para que me coma las uñas en cada partido que juega España, espero que las banderas que por fin veo orgullosas en los balcones ondeen en rojo y gualda mucho tiempo.

No me sorprende la debacle del fútbol europeo, coincide con la debacle europea en general, no lo verán mis ojos pero como sigamos mirándonos el ombligo mucho tiempo terminaremos cruzando en patera nosotros rumbo a África. Lo de Francia no me extraña, pero que se deje la gente de tonterías de identidad nacional, en unos años se renovarán y nos comerán por las patas, veremos a quien le importa entonces si cantan o no a grito pelado “le jour de gloire est arrivé”, Francia es así y para entenderlo posiblemente haya que ser francés. Que pierda Inglaterra siempre está bien, ya ganan todos los días en el mercado del oro, es más que suficiente, además fían su suerte en Capello, unos artistas. Los ingleses quieren ser italianos y así les va, casi como si fueran italianos de verdad, no sé que ha podido pasar pero en mi vida había visto caer a Italia eliminada y no me gusta, yo tengo un corazoncito italiano (sabéis que soy de romanos) y debería repetirse el mundial desde cero. Tengo fe en Holanda y sobre todo en Alemania, que parece otra con sus turcos nacionalizados, seguro que a la señora Merkel le da un ataque de coherencia y comienza a apoyar la entrada de Turquía en la UE. También me gusta Portugal, mucho, pero espero no tener que parafrasear a los siniestro y decir aquello de “menos mal que nos queda Portugal”. De los africanos no hablo, dicen que ya viven como blancos y por eso han perdido el espíritu, es una teoría y espero que no sea verdad.

Sin embargo lo mejor de todo son los equipos americanos, ¡aleluya!, quitando a los EEUU y a Brasil los siento como míos, el idioma tira mucho y por eso me siento más latino que europeo, es lo que hay. Especialmente voy con México y con Argentina, ayer viéndolos pelearse se me rompía el corazón. Argentina es lo más, dinamita pura, podrían hacer tres delanteras y cualquiera sería titular en cualquier equipo, da envidia, desde luego son mis favoritos, también en lo emocional, porque mis recuerdos de infancia son maradonianos y yo no he visto jugar al fútbol como él, ni siquiera a Messi, que por mucho que lo intente nunca llegará a tener ese guante a balón parado. Por eso me apena tanto verle convertido en esa caricatura de sí mismo, y con esas pintas dignas del príncipe gitano. Los ídolos deberían desaparecer siempre en lo más alto para no mancillar el recuerdo que de ellos tenemos guardado. Y otros que deberían desaparecer son los brasileños, o quienes quieran que sean esos seres atléticos y aguerridos que han usurpado su puesto. Para mí los de Brasil siempre han sido y serán los archivillanos, ahora más que ha pasado a la historia “o jogo bonito”. Porque ya es el colmo que Brasil sea una mezcla de Italia y Alemania, ¡así no vale!, los brasileños tienen que ser artistas y anárquicos, quiero que vuelvan Bebeto y Romario a ganar un mundial como mandan los cánones, y que después les pillen en una discoteca bebiendo caipirinhas y bailando samba, es como debe ser.

O no, porque al final todo depende de que entre la puñetera pelotita en la red contraria.

domingo, 27 de junio de 2010

¿Quién eres? ¿Qué haces ahí?


Si no tienes nada que contar entonces cállate, no vuelvas a escribir, deja que el teclado acumule polvo y sirva de nido para las arañas. O mejor, lánzalo contra el suelo, desde un décimo o desde más alto, observa su caída libre y disfruta al verlo saltar por los aires después de rebotar contra el suelo. Deja que tus ojos bailen al ritmo de todas esas teclas que, por última vez, interpretan una danza mientras se desparraman para no volver a juntarse más. Que sean víctimas de un barrendero o que se las lleve el viento, pero que se larguen de allí, lejos, lejos, muy lejos.

Porque se lo merecen, por unirse y formar ridículos vocablos llenos de sentimiento y vacíos de contenido; a partir de ahora tus teclas solo serán un puñado de fonemas huérfanos, incapaces de mezclarse y tomar significado. Nunca más unos dedos torpes como los tuyos podrán crear palabras para después, como piezas deslavazadas de un puzle, forzarlas y hacerlas encajar. Piezas simples, que casan de millones de maneras posibles, pero que solo en la pluma de un mago son capaces de combinarse en esa frase que parecía tan evidente pero absolutamente invisible a tus ojos.

Pero tú no eres un mago, ni siquiera un aprendiz de hechicero, y estás condenado a estrellarte una y otra vez contra el muro de tus limitaciones aunque no puedas entenderlo.

Y es tan fácil, tan fácil como comprender que muchas cosas no deberían ser jamás escritas por quien no comprende su significado; no puede hablar de esperanza el que tiene miedo del mañana, no puede hacer sonreír el que se muere por dentro, no puede ser perspicaz un viudo del ingenio. No se puede, es imposible, antes se apagará el sol, antes se secarán los océanos, antes se acabarán las guerras, antes habrás muerto…

¿Me escuchas?, sí, te lo digo a ti, a la persona triste y gris que me devuelve la mirada desde las profundidades del espejo, te pareces a mí, pero no te reconozco. ¿Quién eres? ¿Qué haces ahí? Me parece increíble que esos ojos tristes que me devuelven la mirada sean los míos, que esa boca siempre alegre no sea capaz ahora de devolverme una sonrisa amable, y lo peor de todo, me pareces tan vulnerable, tan insignificante. ¿En qué te has convertido? ¿En una persona mayor? Ahora lo entiendo.

Ya te dan igual las historias de corderos que se comen una rosa única en el universo, ya solo sabes de cifras y resultados, ahora solo crees en lo que ves y es tangible, eres un ignorante, tanto que una boa que se ha comido un elefante para ti no es más que un sombrero. Eres un náufrago agarrado desesperadamente a los restos de sus ilusiones, un muerto viviente agraciado por unas pinceladas de ingenio que no le van a devolver la vida, eres lo que has dejado que hagan de ti, un ratón muerto de miedo que gira en una rueda de la que no sabe salir.

¿Vas a conformarte?, pues permíteme un consejo, a partir de ahora trata que no mueran en tu garganta las palabras que te salen de dentro, no dejes que tus manos se conviertan en muñones, ama y sobre todo permítete ser amado, no consientas que tus ojos sigan tristes, haz que su brillo azul compita con el del cielo, sonríe y vuelve a tu infancia, porque es allí donde serás feliz. No dejes que te roben esa ilusión, es tu último refugio y estás a tiempo.

Pero si a pesar de todo no lo consigues y no lo soportas más, queda todavía una solución, conozco un lugar al que siempre podrás volver y refugiarte con el niño que fuiste, él te espera y no te hará reproches por haberle defraudado, al menos no más de los que tú ya te haces. Te contará la historia de tu fracaso, sin rencor, y te pedirá que te quedes siempre con él para no repetirlo. ¿Te atreves?, el camino es sencillo, asómate a la ventana y vuela siempre hacia arriba, girando en la segunda estrella a la derecha, directo hasta el amanecer.

jueves, 24 de junio de 2010

La lección de cetrería

Me gustan los animales, no con la pasión desbocada con la que le gustan a mi amiga B, pero si desde la más profunda admiración y sobre todo porque me producen mucha curiosidad. No sé si alguna vez he dicho que tengo un perro, un Westy bastante empanado que responde al nombre de Tito. Es un poco friki ponerle a un perro un nombre de emperador romano, pero nadie lo relaciona, eso lo salvó de llamarse Nerón, pobre, aunque el nombre que a mí me gustaba era Calígula, de momento me lo guardo para cuando tenga un perro que pese más de siete kilos. La verdad es que siempre he tenido perro, porque yo soy de tener perro, y una vez hasta tuve peces, fue una gran experiencia. Tenía un acuario enorme, lleno de discos y escalares que se paseaban majestuosos y altivos entre bancos de neones y guppys. Los escalares hasta llegaron a procrear, que no es nada fácil, pero todo acabó una noche en la cual el termostato se quedó pegado y aparecieron por la mañana cocidos y flotando boca arriba, a lo mejor por eso me hice instrumentista, como homenaje a mis peces y revancha contra los termostatos asesinos.

También me gustan los documentales de animales, aprendí a quererlos en mis años de universidad cuando cualquier cosa era más divertida que encerrarse a estudiar ecuaciones diferenciales en derivadas parciales (EDPs). En aquel momento sospechaba que tales ecuaciones, además de amargarme la vida, serían de poco provecho en mi futuro, afortunadamente el tiempo me ha dado la razón, si las EDPs te hacen falta o eres profesor de universidad o un científico loco ruso. Sin embargo lo de los documentales siempre me ha resultado de lo más útil, muchas de las situaciones cotidianas son fiel reflejo de ellos, esta misma mañana me he topado con un documental que ríase usted del National Geographic, llamémosle por ejemplo “la lección de cetrería”.

Una vez vi un documental que contaba como los buitres, cuando no tienen carroña disponible y pasan de verdad hambre, son capaces de volverse depredadores, es natural porque está en la naturaleza de cualquier bicho que come carne no morir por inanición. Igualito que un compañero que tenemos en el trabajo, que es un buitre, con todas las letras, con el género femenino. Hasta ahora, siempre le había visto actuar en los más recónditos rincones tratando de seducir con malas artes a damas desorientadas, y siempre pensé que tenía tantas posibilidades de triunfar como Suiza de ganar a España en el mundial, pero obviamente me equivocaba por partida doble. Cierto es que al lado de la susodicha, esponjita y madejita de lana, son físicas nucleares, pero oye, para el buitre ella era carne fresca y, por cierto, bastante prieta. 100 seguro que no era su coeficiente intelectual. La pena es que la chica fue víctima del ajuste de plantilla, y claro, no es lo mismo una aventura en el trabajo que tener que cambiar de novio, sobre todo si el recambio tiene plumas y el cráneo medio calvo.

Esta mañana, al llegar al aparcamiento, le he visto merodeando por allí, eran las 7:30. Yo, pobre iluso, he pensado en qué hacía un tío como él a esas horas paseando entre los coches. Me ha saludado y hemos comenzado una charla banal, hasta que otro coche ha llegado, era una de las secretarias, monísima de la muerte. Entonces el buitre, como el mal desodorante, me ha abandonado y se ha ido lanzado a por ella. Antes de que pudiera reaccionar ya la había puesto una mano en el hombro, la ha acompañado así hasta el casillero para fichar, y justo antes de entrar se ha lanzado en picado y la ha invitado a tomar un café, todo un profesional. El se habrá creído un galan pero lo que yo he visto en los ojos de ella ha sido auténtico pánico, menos mal que ha tenido los suficientes reflejos como para decir que tenía mucho trabajo y salir corriendo. He sentido el mismo alivio que cuando el pobre conejo se metía en la madriguera justo dos segundos antes de que el águila culebrera le echase el guante. Claro que el susto no hay quien se lo quite, porque ya tiene que dar miedo saber que un tío con esas pintas de pederasta te está esperando en el parking.

Mi orgullo siempre me ha prevenido contra el fracaso, y siendo un troll de las praderas he fracasado mucho, por eso a lo mejor me dan tanto asco los tíos babosos que no tienen la menor dignidad y se van arrastrando toda la vida. Porque la vida no es una canción para responder: “So, if the answer is no, can I change your mind?”. Claro que ellos no parecen pensar lo mismo.




lunes, 21 de junio de 2010

I'm so tired





Cansado, demasiado cansado

domingo, 20 de junio de 2010

Proyectos internacionales (o la lucha contra el infiel)


He descubierto que soy una persona racista y xenófoba. Tal cual. Además lo digo sin tapujos y al que le ofenda que se aguante. Lo mejor de todo es que las victimas de mi odio étnico no son pobres inmigrantes africanos que pierden su juventud vendiendo en una manta, no, ellos por lo menos tienen todos mis respetos por jugársela en busca de una vida mejor. Mi racismo es casi todo lo contrario, mi odio se centra en determinados individuos de tez lechosa, ojos claros y cabellos por lo general de un rubio intenso que me tienen (con perdón) hasta los cojones. Sé que generalizar es muy malo y blablablabla, pero o yo tengo muy mala suerte o no debo estar muy equivocado.

Son cosas del mundo actual, en el que un pobre pringao como yo, criado en el barrio del otro lado de la vía de Alcorcón, tiene que hacer malabarismos, en un proyecto multinacional, como responsable de revisar que todas las hojas de papel tienen dos caras. Puede parecer fácil, pero no lo es. Al principio, cuando todas las hojas eran de fabricación nacional, lo llevaba bien; aquí, en España, tenemos nuestras cosas, somos chapuceros, poco aplicados, con cierta tendencia a la improvisación y a esperar la intervención divina, pero somos en general noblotes, y si alguien te la intenta clavar (que seguro que te la van a intentar clavar) y te cuenta que su hoja solo tiene una cara, lo arreglas de mil amores con un sentido y sonoro “¿tú te crees que yo soy gilipollas?”. En un pis pas escucharas “anda no, aquí está la otra cara, es que no la había visto”. Asunto arreglado.

Pero eso en el extranjero, y lo cuento desde mi triste experiencia, no funciona, a pesar de los tópicos que dicen precisamente lo contrario, porque si los hacemos caso damos por hecho que los habitantes del norte de Europa, teutones, neerlandeses, anglosajones y demás parientes, son gente seria y aplicada, honrados trabajadores de los que te puedes fiar. Pues no, vengo a proclamar fuerte, desde mi desierto particular, ¡y un huevo de pato! También podría hablar largo y tendido de los americanos (los que limitan al norte de la vergonzosa verja que se han montado en la frontera mexicana), pero lo voy a dejar para otra vez porque son caso aparte y muy particular.

No soy nuevo en el oficio y nada me pilla por sorpresa porque ya me he visto en situaciones parecidas anteriormente, sin ir más lejos hace un par de años, cuando me dedicaba al diseño de transporte por canales de barquitos de papel, entonces, como ahora, me encontré en manos de ingleses, holandeses y flamencos (de flandes, aunque tengo más cariño a los de la guitarra y el taconeo acompasado), y descubrí sus malas artes como comerciantes. Que por el hecho de ser español me tomen por gilipollas ya ni me irrita, su condescendencia y sentido de la superioridad me resbala, pueden intentar hacernos creer que tienen un lóbulo más que nosotros en el cerebro, pero no cuela, porque como mucho ese lóbulo es el encargado de decirles que caminen por nuestros paseos marítimos en chanclas y calcetines de cuello alto, rojos como el prepucio de un babuino y con cara de haberse tomado algo con más graduación que una horchata de chufa.

Todo eso me da igual, lo que no soporto son las malas artes, el intentar sacar pasta por cualquier cosa pasándose continuamente por el arco de triunfo contratos y especificaciones, el chantaje continuo al que te someten amenazándote con continuos retrasos si no pasas por el aro, su retórica de mierda y su agresividad latente. Al final te tienen bien sujeto por las pelotas y vas cediendo poco a poco a la extorsión, porque en eso son mucho mejores, se nota que han ido acumulando experiencia en jodernos desde que Guillermo de Orange e Isabel I de Inglaterra concedieron patente de corso contra el español.

Existirán excelentes personas en sus países de origen, como en todos los sitios, pero seguro que se dedican a cultivar tulipanes y a ordeñar vacas lecheras, los que me han tocado en suerte tienen grabado a fuego los genes de los piratas, son dignos herederos de la Compañía de las Indias Occidentales, excelentes contrabandistas, corsarios y tratantes de esclavos, de hecho todavía allí siguen, instalados en las Antillas y en los más variopintos paraísos fiscales. Porque eso es lo más triste, que unos hemos pasado a la historia como lo peor del mundo mientras que otros de verdad se lo llevaban crudo pareciendo mucho más civilizados y simpáticos. Cosas de ser español, ya lo dijo Pérez Reverte: “desde siempre, ser lúcido y español aparejó gran amargura y poca esperanza”.

Pero voto a bríos que como este siga así acabaré invocando al espíritu de Juan de Austria, o al de Alejandro Farnesio o al del mismísimo Alatriste, para que vengan a meter en vereda a esta pandilla de infieles.

jueves, 17 de junio de 2010

Problemas de la convivencia


Hoy, mientras esperaba mi turno en la cafetera colectiva del trabajo, he escuchado sin querer una conversación que me ha dejado estupefacto. Digamos que, siguiendo con mi teoría de los cerebros, las protagonistas eran esponjita y madejita de lana, vamos, lo mejor de cada casa. Esponjita le contaba a madejita de lana que a ella le gusta el Nesquik, porque se deshace enseguida (lo cual le pega mucho a esponjita, la vida fácil), sin embargo el bueno de su novio (santo varón) es de Cola Cao, a pesar de los grumos y de que es difícil de disolver (también me pega que alguien capaz de soportar a esponjita tenga buenas tragaderas)

Vista así, la conversación no era nada del otro mundo, hasta que madejita de lana, llevando su coeficiente intelectual al límite, sentó cátedra diciendo: “Tía, ¡qué mal!, no vais a poder iros a vivir juntos”. No tengo palabras. Una vez repuesto del susto, y tras respirar hondo varias veces para no reírme allí mismo, un pensamiento me ha venido a la cabeza, ¿cómo reaccionarán esponjita y madejita de lana al encontrar los primeros pelos púbicos de su novio en la bañera o los primeros calzoncillos zurraposos en el cesto de la ropa sucia? Igual no lo soportan. De momento yo voy a mandarlas un correo anónimo, aconsejándolas que hagan la separación de bienes en todos los asuntos relacionados con el cacao, vamos, que cada uno tenga su bote sin forzar al otro a cambiar sus hábitos del desayuno. Seguro que la idea al principio les parece audaz, pero a la larga comprenderán que solo así, y con mucha suerte, pueden salvar su relación.

Es enternecedor ver que esponjita se encuentra en un momento de cambio y va a aprender a volar sola, es ley de vida y todos hemos pasado por ello. Llega un momento en el que no soportas más a tus padres y te vas de casa, es sanísimo y lo más normal del mundo. Por desgracia últimamente las cosas no son así y son los padres los que se cansan de los hijos, que no se van ni echándoles agua caliente, unos por pura vaguería y porque se está muy bien si la que limpia y cocina es mamá y otros porque los pobres no pueden ni soñar en pagarse ya no una hipoteca, sino un miserable alquiler. Yo no fui ni de los unos ni de los otros, conseguí que me concedieran una hipoteca, eso sí a precio de usura, y mientras me pensaba el mejor mes para hacer la mudanza mi madre me puso de patitas en la calle, bien por ella.

Al principio era mi pisito de soltero, quién me iba a decir entonces que sería ya imposible deshacerse de él y acabaría convirtiéndose en el domicilio familiar. Cuando me mudé lo único que tenía era una cama en el dormitorio y la caja de la televisión como mesa del salón. Sí, era una tele de tubo y de 29’’, toda una suerte porque la caja de una tele de ahora serviría para comer como la familia de Shin Chan, en el suelo. Como ya tenía pareja, que por cierto evolucionó como un pokemon de novia a esposa, sucedió lo inevitable, un día se quedaba a cenar, otro a dormir, después todo el fin de semana, al final un día, al ver dos cepillos de dientes y más faldas que pantalones en el armario, me di cuenta de que ya no vivía solo. Por supuesto que ésta es mi versión de los hechos, porque pocas semanas después ella hizo oficial lo que para mí era un hecho consumado, vamos me dijo algo así como “ya que paso más tiempo aquí que en mi casa voy a traerme mi ropa y vivimos juntos”. ¡Coño!, ¿aún tenía más ropa?, pues sí, era verdad, tenía tanta que al final quedé desterrado del armario.

Esa es una de las primeras lecciones de la convivencia, aprender a repartir las posesiones comunes, principalmente el armario. Pero es solo el principio, luego vienen cosas más difíciles como aprender cuando hay que ceder y cuando no, cuando es mejor callarse y cuando hay que hablar aunque mantenerse en silencio sería mucho más cómodo. Pero hay más, es todavía muchísimo más importante aprender a respetar el espacio del otro, dejarle que tenga su propio rincón en el que pueda refugiarse y mantener cierta independencia e intimidad, dejarle leer un libro sin preguntar a cada minuto de qué trata, dejarle escribir tranquilo sin llegar por detrás y ponerse a leerlo sin permiso soplando en la nuca, dejarle salir a cenar tranquilamente con los amigos… en definitiva, darse cuenta que uno más uno son dos y no tratar de anular al otro como persona. Y aunque a mí me parece evidente mucha gente es incapaz de entenderlo, son los mismos que creerán que me equivoco al escribir esto y que no quiero a mi pareja, pues no, justamente más la quiero cuanto más me deja ser yo mismo.

Porque el amor no genera una posesión, aunque cueste entenderlo.

martes, 15 de junio de 2010

El reparto de cerebros


Me encantaría ser neurocirujano para poder comprobar esto en persona, pero yo también soy víctima del mal que voy a denunciar y solo me pude quedar en ingeniero. Visto el comportamiento de muchos de los seres que me rodean, he llegado a la conclusión de que no todo el mundo tiene un cerebro situado en el cubículo preparado a tal efecto dentro de su cráneo. Aunque está feo lo que voy a escribir, no puedo dejar de hacerlo como homenaje a toda esa gente que en un momento de su vida consiguió engañar al departamento de recursos humanos. Y que conste que me pongo el primero, porque yo también comienzo a dudar que exista dentro de mi cabeza algo más que serrín. Las primeras sospechas comenzaron hace unas semanas cuando al estornudar aparecieron en mi nariz unas virutas de madera, entonces pensé que alguien había intentado sacar punta a un lápiz dentro de ella, tal vez mientras dormitaba en mi sitio, pero no, debe ser que fugo serrín porque algo anda peor que de costumbre dentro de mí.

Estoy segurísimo de que si existiese una especie de trampilla para asomarnos dentro y ver que hay encontraríamos los objetos más variopintos. Estarían los que tendrían una esponja de baño marina. A simple vista estos seres dan el pego y hasta parece que pueden llegar a pensar y a realizar razonamientos complejos, pero a la hora de la verdad lo único que pueden retener, como buenas esponjas, son líquidos. No llegan al nivel de los tarugos porque son gráciles y porosos, y aunque dan lo justo de sí se comportan como si merecieran el premio Nobel de medicina. Yo les admiro en secreto porque viven bien y se creen unos especímenes únicos e inigualables, para mí son unos verdaderos campeones del mundo. Dentro de esta variedad está la subespecie madejita de lana, comparte todas las características de las esponjas pero son capaces de enrollarse hablando de su mundo virtual minutos, horas y hasta jornadas laborales enteras mientras toman café y a nadie parece importarle.

Pero los hay peores, un clásico de ayer y hoy son los que alojan un tarugo de madera, preferiblemente de alcornoque descortezado que nunca pasa de moda, de kilo y medio de peso y diez centímetros de espesor. Estos seres son incapaces de tener un pensamiento propio de manera espontánea, de veras, es tan imposible como conseguir una combustión en ausencia de oxígeno o parir siendo virgen. Son tan obtusos que no entenderían el razonamiento más simple ni utilizando dibujos y un esquema para explicárselo, de hecho es más fácil enseñar a un rottweiler física cuántica que a ellos una regla de tres, pero el destino os ha unido y tendrás que aprender a convivir con ello a pesar de que habrías preferido agarrar unas ladillas en un baño público. Variantes modernas de este arquetipo son el ladrillo y el adoquín que, aunque presentan pequeñas variaciones del modelo original, son básicamente lo mismo.

En medio de los grupos anteriores se sitúa el modelo algodón de azúcar. Los algodoncitos, o blanditos, suman a una especie de felicidad innata y bobalicona una predisposición para la felicidad y el buenrollismo digna de admiración. Para ellos todo el mundo es bueno hasta que se demuestre lo contrario, y después de hacerles una demostración científica del teorema, con corolario incluido, aún pensaran que los hijoputas son unos pobrecitos porque el destino les ha hecho así. Como los blanditos no se meten con nadie, ni para bien ni para mal, progresan en la vida sin hacer mucho ruido y suelen llegar lejos llevados por su optimismo, y es que parece imposible, pero pueden estar lloviendo puñales del cielo que milagrosamente ni les rozan. Muchos de ellos llegan a alcanzar el estatus de guays aunque muchos otros se quedan simplemente en bichos raros.

Como fan de Asimov que soy, muchas veces me he preguntado si de verdad somos de carne y hueso o si, por el contrario, todos somos robots con un cerebro positrónico perfectamente diseñado. Posiblemente no todos lo seamos, vamos, que lo afirmo después de lo que he dicho de los esponjas, los tarugos y los blanditos, pero me jugaría hasta una disfunción eréctil a que existen androides gobernados por un microprocesador entre nosotros. Los bichos raros estos todo lo tienen que grabar y registrar, todo lo tienen que analizar, diseccionándolo, replanteándolo, buscando una solución alternativa de la que te quieren hacer partícipe, como si a ti te importara que posean una vida interior tan rica. Pensándolo bien antes me quedo con un tarugo que con un cerebrín de estos, porque a un tarugo le puedes contar cualquier cosa que ni se lo plantea, como mucho puede subir un poco una ceja (y no pensaba en un merluZo en Particular), con ellos es imposible, todo lo que digas puede ser usado en tu contra, así que cuanto menos información les des a procesar mejor, ignorarles es el mejor remedio.

Por último existen unos seres repugnantes y malignos que albergan en su interior una serpiente de cascabel. Estos son lo peor porque son peligrosísimos, son fríos y calculadores, por ello el día del reconocimiento médico de la empresa ni aparecen, alegando una enfermedad imaginaria, para que el incompetente galeno del servicio médico de la empresa no se de cuenta de que son unos verdaderos muertos vivientes que no tienen ni pulso ni constantes vitales. La verdad es que el médico que tenemos difícilmente distinguiría un ser humano de un maniquí, y la enfermera carnicera no conseguiría sacarle sangre a ninguno de los dos, pero por si acaso la serpiente no arriesgaría tanto. Uno de los grandes méritos de estos ofidios es volver todos los días a casa enteros sin que alguien les haya partido la cara, y normalmente lo suelen conseguir. Yo por mi parte estoy muy agradecido de su existencia, porque en comparación me hacen parecer buena persona y, además, consiguen hacer florecer en mí virtudes como la paciencia a la vez que aprendo a controlar los arrebatos de ira.

De momento.

domingo, 13 de junio de 2010

El apartamento (50 años)


Juguemos a los tópicos. Si tuviera que irme a una isla desierta y me preguntaran “¿qué película te llevarías?” no sabría dar una respuesta, ¡si existen cientos, miles de buenas películas que merecerían ir en una maleta para aliviar la soledad! Si ampliasen la elección a una docena, aún no sabría qué películas elegir, ¡si es que es imposible!, pero si cambiasen la pregunta y me pidieran elegir una selección de filmes que me lleguen al corazón, sin dudar iría a mi videoteca para despertar de su letargo a El apartamento.

¿A qué viene esto precisamente ahora?, pues a que esta tarde, echándole un vistazo a la prensa, he visto una noticia que se hacía eco de la efeméride, El apartamento cumple 50 años, realmente es bastante extraño encontrarse una noticia así referida a una película que, desde el punto de vista del gran público, no es para tanto. Pero sí, allí estaban, en la pantalla de mi portátil, los maravillosos Jack Lemmon y Shirley MacLaine mirándose a los ojos antes de comenzar una partida de cartas. Casualidad o no, en mi último post reclamaba con justa indignación encontrármela, aunque fuera en sueños.

50 años, ni más ni menos, El apartamento fue estrenada en el año 1960, ganando, en mi opinión merecidamente, el Oscar a la mejor película, y no porque fuera un año sin competencia, qué va, en ese año se estrenaban Psicosis, Espartaco, El fuego y la palabra, Los siete magníficos, El Álamo, Éxodo… ahí es nada. Una pelea entre el cine de autor de Wilder o Hitchcock y las grandes superproducciones que, sin ir más lejos, el año anterior habían arrasado con Ben Hur. Era además un periodo en el que el cine en blanco y negro daba sus últimos coletazos, arrollado por el realismo del Technicolor, de hecho El apartamento fue la última película ganadora de un Oscar rodada en blanco y negro, dejando aparte los estremecedores delirios spilberianos en la Alemania nazi.

El Apartamento es una película que se mueve con sutileza en ese estrecho filo que separa la comedia del drama, un poco como mi vida que se vuelve dramática cuando debería ser cómica y viceversa, imagino que es por eso por lo que me engancha tanto. Además, es tremendamente romántica, cayendo casi en el platonismo, esa clase de amor sin esperanza que tantas veces he terminado ahogando en alcohol. Afortunadamente, y eso solo puede pasar en la ficción, la protagonista se da cuenta de lo que verdaderamente la hace feliz y la conviene. En el mundo real las protagonistas siempre suelen quedarse con el más cabrón, el que más daño las hace y el que menos las merece, aunque ésta es una visión distorsionada por el prisma de mis desengaños. Es un consuelo moral, él se va a acostar con ella, besará sus labios y gozará de su cuerpo, sin embargo yo soy mejor, ¡y un cuerno!

(Aviso, voy a destripar el argumento)

Porque El apartamento trata de eso, y de más. Trata de un hombre gris, de un nacido para perder, como cantaba Sabina, de un chupatintas de oficina llamado C.C. Baxter, un ser anónimo difuminado y absorbido por la masa. Y sin embargo, él, que se sabe diferente a los demás, es un hombre con aspiraciones pero desafortunadamente con pocos principios, o por lo menos sus principios pueden ser puestos en una balanza y comprados con dinero. También trata de una chica tan bonita como ingenua, de una soñadora que busca la felicidad pero que lamentablemente se da de bruces contra ella. Él vende su alma al diablo, en frías noches a la intemperie, mientras que su jefe hace de su casa un picadero. Con ello consigue su objetivo, un miserable ascenso y una llave para poder utilizar el aseo de la dirección, ¡qué gran premio!

Ella creo que no vende nada, creo que todo lo regala confiada de su amor y de los hombres. Porque se enamora perdidamente de su jefe, que está casado pero que todo se lo promete, a sabiendas de que no lo podrá cumplir, y siente en sus carnes el dolor del desengaño al saber que es plato de segunda mesa y que eso no va a cambiar. Porque los hombres son capaces de prometer casi cualquier cosa si el sexo está de por medio, todos son infelices y todos van a dejar a su mujer, pero a la hora de la verdad dar ese paso da mucho miedo, un miedo a caer en un vacío que no se sabe dónde va a terminar, una seguridad infantil tan grande como su ego.

Y sin embargo ella sigue inmersa en esa relación destructiva, y él sigue dejando las llaves de su apartamento hasta que ya no pueden más. Porque todo tiene un límite, y Baxter descubre que su jefe se acuesta con su amada precisamente en su casa, y ella trata allí mismo de suicidarse tomando un coctel de pastillas de culpa, falta de auto estima y de despecho. El renuncia a todo, a su cargo y a la llave del baño, casi también renuncia a ella y trata de poner tierra de por medio, pero entonces sucede el milagro y ese “happy end” que tanto esperábamos, ella se da cuenta de su error y corre a su encuentro. Es entonces cuando él la dice eso de “Did you hear what I said, Miss Kubelik? I absolutely adore you” y ella contesta sonriendo “Shut up and deal!” mientras se quita el abrigo y le clava sus ojos azules como el cielo.




viernes, 11 de junio de 2010

¡Qué sueño más cabrón!


Esta mañana me he despertado que no sentía las piernas, aunque afortunadamente las dos estaban allí, calentitas dentro del pijama, que, por cierto, he tenido que volver a sacar porque con el inviernillo de Santo Bogumilo de Gniezno dormir en calzones es un deporte de riesgo. Si alguien se está ahora mismo haciendo la gran pregunta, la respuesta es sí, Bogumilo existe y es el santo del cuarenta y uno de mayo, lo he sacado de una página de culto llamada Catholic.net, gran página en la que también me han aconsejado que me encomiende a San Benito, patrón de los ingenieros (ahora entiendo lo de Manolo y Benito) y, con gran cortesía e interés en mi persona, me han informado de que me conviene ser santo, aunque yo no he entendido bien los beneficios de la santidad.

Pero a lo que iba, me he despertado porque he tenido una pesadilla cruel que, por desgracia, es la realidad del español asalariado de nuestro tiempo. Uno, en esta época de incertidumbre, hace como que no pasa nada y que no va con él, a pesar de ir viendo cada día los cadáveres caer alrededor, pero el miedo es libre y de manera anónima se va adueñando del subconsciente, ese otro yo invisible que se apodera de nosotros cuando rendimos pleitesía a Morfeo. He llegado a la conclusión de que mi miedo debe ser muy profundo, porque si se atreve a manifestarse en sueños es que la cosa está muy mala. Digo esto porque desafortunadamente yo nunca recuerdo lo que sueño, si es que sueño algo, aunque supongo que sí, como todo el mundo.

Y no recordar los sueños es una putada, porque me encantaría poder revivir miles de sueños trepidantes complementarios a mi vida anodina y un tanto gris, pero no hay manera. Ni intentándolo cerrando los ojos y estrujándome las meninges con todas mis fuerzas lo consigo, es imposible, mi cabeza es como una videocámara sin tarjeta de memoria. A quien sueñe con regularidad le parecerá una solemne estupidez (marca de la casa que este blog lleva a gala), pero a mí me encantaría poder soñar que estoy poniéndome chuzo de cerveza bien fresquita en el paraíso de los vikingos rodeado de bellas diosas nórdicas, o, en su defecto, estar de fiesta en una discoteca en Copenhague que para el caso es casi lo mismo. Pero no, eso no lo sueño, si alguna vez sueño con un paraíso, y me acuerdo, seguro que es con el paraíso de los Amish, en el que me paso toda la noche esquilando ovejas, mesándome las barbas y jugando al corro de la patata.

Se me ocurren montones de sueños más, perfectos para pasar una noche plácida y levantarme después totalmente relajado y con la cara sonriente, podría soñar que tengo talento para escribir y soy un escritor de éxito, sería un sueño genial, podría soñar que soy Julio César antes de cruzar el Rubicón para saber si de verdad dijo "la suerte está echada" o si por el contrario dijo “joder, qué fría está el agua”, podría soñar que como de todo y hasta hartarme sin engordar un gramo y hasta podría soñar con ser capaz de traspasar la pantalla del televisor y que Shirley MacLaine me llevara en su ascensor hasta mi apartamento. En resumen, que si me tengo que acordar de un puñetero sueño ya podría ser de un sueño bueno y hecho a mi medida y no que me ponen de patitas en la calle, sin comerlo ni beberlo, porque aunque sea un sueño me ha dejado todo el día hundido en la miseria y lo noto como una sombra que se cierne sobre mí amenazando con tragarme entero.

¿Que cómo ha sucedido? De la manera mas tonta, mi jefa se ha acercado a la pradera donde pastamos con un sobre en la mano, después de atraer nuestra atención y explicarnos que tres de nosotros seríamos sacrificados a los dioses de la empresa, va y saca un jodido papel con mi nombre para ponerme en la puta calle ante el alivio de todos mis compañeros. A mí, que no he ganado en mi vida ni la chochona ni el perrito piloto en una rifa, que acabo de destrozar las ilusiones de cuarenta millones de argentinos poniendo a su selección como ganadora del mundial, va y me toca el único sorteo que no tiene premio ¡Joder!, eso no se hace.

Todavía al contarlo en la hora del café alguien me ha preguntado que cómo me lo había tomado, como si fuera importante, y la verdad es que no lo sé porque justo en ese momento he abierto los ojos para salvarme, de momento.

miércoles, 9 de junio de 2010

Desgastando las suelas


ME GUSTA

Me gusta salir a andar de noche y solo, para poder pensar en mis cosas, para tener un rato en el que ordenar las ideas y tener la sensación momentánea de que mi vida me pertenece.

Me gusta ver a las parejas jóvenes achuchándose en los parques.

Me gusta que haga fresco, no mucho, lo suficiente como para notarlo en la cara y que me haga sentir vivo.

Me gusta cantar en voz baja aunque muchos me miren al pasar.

Me gusta ver a los grupos de señoras que pasean juntas, con mallas y cara de velocidad.

Me gustan las calles desiertas y casi sin tráfico, las luces verdes y las luces rojas.

Me gusta escuchar música muy alta y aislarme del exterior, me hace sentir como si fuera un espectador invisible dentro de una película que gira a mi alrededor.

Me gusta ver a las parejas de ancianos paseando de la mano, siempre callados, como si ya se lo hubieran contado todo.

Me gusta la gente que al cruzarse contigo te sonríe con la mirada.

Me gusta llevar manga larga, tan larga que me cubra hasta los nudillos.

NO ME GUSTA

No me gustan las cuestas arriba, debería existir una ley para darlas la vuelta y que siempre vayan hacia abajo.

No me gustan los semáforos con botón que nunca se ponen verdes cuando deben.

No me gustan las sombras alargadas que proyectan las farolas, me agobia verme rodeado de múltiples sombras propias que van, vienen y desaparecen.

No me gustan las luces naranjas intermitentes, me provocan caos mental, me desestructuran el cerebro.

No me gustan los bancos llenos de latas de cerveza y cáscaras de pipas.

No me gusta que el modo aleatorio del mp3 me dedique una canción de amor, no es el momento.

No me gustan las terrazas de verano que no te dejan por donde pasar, si huelen a fritanga me cambio de acera.

No me gusta la gente que te mira con recelo como si la fueses a robar.

No me gusta hacer siempre el mismo recorrido, que subir y bajar al recinto ferial son siempre veintinueve minutos.

No me gusta transpirar ni que se me pegue la ropa, me dan repelús las gotas de sudor de se escurren por el cuerpo.

ME DA MIEDO

Me da miedo no saber si mañana volveré a repetir el paseo, pensar que un cuenta pasos imaginario está descontando hasta cero.

martes, 8 de junio de 2010

Ingeniero busca esposa


Estos son los seis ingenieros finalistas de la I edición del programa “Ingeniero busca esposa”. Un programa creado para dar una oportunidad de (re)insertarse en el mundo afectivo a esos bichos raros que son los ingenieros. Veamos el perfil de los participantes:

RODOLFO
EDAD: 33 años
LUGAR DE RESIDENCIA: Carabanchel Bajo (Madrid)
OCUPACIÓN: Ingeniero Industrial
SE DEFINE COMO: Un diamante por pulir
HOBBIES: Las revistas porno, las películas porno, el porno en general
SU CHICA IDEAL: De carne y hueso, preferentemente con constantes vitales

Rodolfo busca una chica con la que compartir su iniciación sexual, harto de la monotonía que le proporciona su muñeca hinchable. Después de pasar diez años enclaustrado en su habitación para conseguir su titulo, Rodolfo afirma tener problemas para relacionarse con el sexo femenino, la última vez que habló con una mujer fue en el 2002 cuando tuvo que decir tres veces SI y dos NO al contestador automático de la agencia tributaria. Desde entonces hace la declaración de la renta con el programa PADRE.

Rodolfo confiesa estar lleno de amor, un amor que piensa compartir con una mujer capaz de arrebatarle de las redes del sexo fácil, solitario y anónimo. Como en un principio ve difícil salir de su aislamiento prefiere comenzar su relación por webcam y con los altavoces desconectados, después si la cosa funciona admite ruborizado que podrían comenzar a chatear e incluso utilizar el skype en un arrebato descontrolado de pasión. Está claro que Rodolfo no se anda con chiquitas, ¿vas a dejar que se te escape?

PACO
EDAD: 42 años
LUGAR DE RESIDENCIA: Móstoles (Madrid)
OCUPACIÓN: Ingeniero Aeronáutico
SE DEFINE COMO: Una mente sobrehumana
HOBBIES: Poner satélites en orbita
SU CHICA IDEAL: Realmente no existe nadie a su altura

Paco afirma estar encantado de conocerse, se define como el típico ingeniero intelectualmente superior al resto de la humanidad. Realmente no está interesado en las mujeres porque a él lo único que le pone es la mecánica de fluidos y la astrofísica, no obstante cree que seguir desperdiciando su semen en vulgares fuegos de artificio podría calificarse de crímenes contra la humanidad, por ello desde hace unos meses siente la imperiosa necesidad de reproducirse.

Aunque ha barajado la posibilidad de hacerse donante anónimo de semen, Paco se presenta a “Ingeniero busca esposa” con la ilusión de encontrar a una Marie Sklodowska o por lo menos una Henrietta Swan Leavitt digna de mezclar con él sus genes. Si no lo consigue baraja la posibilidad de inseminar artificialmente el huevo de una oca, previamente despojado de toda carga genética, y empollarlo nueve meses hasta que eclosione. Nada es imposible para este ingeniero, ¿quieres compartir el universo con él?

BORJA
EDAD: 25 años
LUGAR DE RESIDENCIA: La Finca, Pozuelo (Madrid)
OCUPACIÓN: Ingeniero de Organización
SE DEFINE COMO: Simplemente Borja, megaguay
HOBBIES: Salir de fiesta, cocerme como un piojo en las discos de Ibiza
SU CHICA IDEAL: Rubia, alta, operada, licenciada en el Business & Management School, con mucha pasta

Borja admite ser un poco pijo. Es Ingeniero de Organización y trabajará tocándose las bolas en la empresa familiar, realmente quería ser ingeniero de verdad pero como eso era muy esforzado y había que mezclarse con mucho plebeyo su padre le compró el título de ingeniero en una universidad privada. Ahora hace un máster International MBA en el instituto de empresa rodeado de otros pijales hechos a su imagen y semejanza. A Borja le encanta ir de sobrado a clase a los mandos de su BMW Z4, regalo de su abuelo Pocholo al cumplir los 24 años.

Aunque realmente Borja liga todo lo que quiere y más, aprovechándose de jóvenes despampanantes que solo buscan su dinero, realmente se siente vacío por dentro. Borja lo que quiere realmente es una joven de su edad, culta, elegante, discreta, de buena familia y posición acomodada, dispuesta a formar en el futuro una familia cristiana y numerosa, como dios manda. ¿Querrías ser tú?

LEOPOLDO
EDAD: 57 años
LUGAR DE RESIDENCIA: Lavapiés (Madrid)
OCUPACIÓN: Ingeniero de Caminos
SE DEFINE COMO: Un chico incomprendido lleno de amor
HOBBIES: La pesca con mosca, el punto de cruz y el bingo
SU CHICA IDEAL: Morena, gordita, tímida, con capacidad de ovular

Leopoldo afirma encontrarse en la flor de la vida, en una edad ideal para emanciparse y darle nietos a su madre antes de que se cumpla el quinto aniversario de su muerte. Aunque no ha podido jamás superar el trauma de ser el único hombre incapaz de ligar en treinta y siete fiestas de fin de curso de la facultad de farmacia, Leopoldo no pierde la esperanza y acude sin falta todos los años a su cita con el fracaso. No llega a comprender por qué las mozas se ríen en su cara cada vez que les pide echarse un agarrao, el año pasado tres jovenzuelos le dieron una paliza mientras que le grababan con el móvil. Al principio se sintió humillado pero ahora orgulloso nos cuenta que el vídeo es el sexto más visto en youtube.

Leopoldo, que tantos puentes y túneles ha diseñado, ve pasar por ellos su último tren sin haber dado un heredero a la familia. Por eso ha decidido subirse a él en marcha camino de la estación del amor, ¿te atreves a esperarle en el andén?

JUANCHO
EDAD: 37 años
LUGAR DE RESIDENCIA: Barrio del Pilar (Madrid)
OCUPACIÓN: Ingeniero de Minas
SE DEFINE COMO: Un soldado del amor
HOBBIES: El pico, la pala y la cetrería
SU CHICA IDEAL: Todas las que se muevan

Juancho es un depredador natural, la punta de la pirámide alimenticia. Para él las palabras fracaso y desanimo no existen, sus amigos cuentan orgullosos como fue capaz de entrar él solo a las cuarenta y dos chicas que estaban sin acompañante en el pub Manaos, incluyendo a cinco novicias que celebraban su despedida de soltera antes de tomar los hábitos. Todas le dijeron que no, novicias incluidas, menos una rubia inglesa que estaba tan borracha que, además de ignorarle, le vomitó encima. Lejos de amilanarse le tocó el culo al segurata de la puerta, y aunque perdió dos dientes dejó bien claro que no existe obstáculo que detenga a un ingeniero de minas.

Juancho no soporta más la indiferencia de sus compañeras de trabajo que no valoran el glamur de su sempiterno polo verde de rayas, sus zapatos castellanos y su relamido pelo grasiento y con brillantina, por eso se presenta a nuestro concurso con la esperanza de conquistar el corazón de una muchacha sencilla y con pocas aspiraciones. Él está dispuesto a darlo todo, incluso a lavarse el pelo, por la mujer que le ame, ¿quieres que sean tus manos las únicas que le den acondicionador?

LUISMA
EDAD: 29 años
LUGAR DE RESIDENCIA: Miraflores (Madrid)
OCUPACIÓN: Ingeniero Forestal
SE DEFINE COMO: Un grano de polen en un panal
HOBBIES: El ecologismo, peinarse las rastas
SU CHICA IDEAL: Divertida, sensible, comprometida, sin depilar

Luisma no es un ingeniero al uso, mientras que sus compañeros de profesión se pasaban tardes enteras puteados en el laboratorio de resistencia de materiales, él se pasaba los días en el bosque bebiendo litros de Mahou y fumándose hasta las hojas de los pinos. Especialista en hacer estudios de fauna y flora confiesa orgulloso que ha consumido cualquier tipo de hongo, incluidos todos los alucinógenos, lo cual ha ido mermando su capacidad intelectual hasta ser capaz de pasar inadvertido camuflado en un rebaño de vacas.

Luisma busca una chica divertida y desinhibida para formar parte de una comuna hippie en la sierra de Madrid. Le gusta el sexo libre y el intercambio de parejas, tanto que hace un año intercambió una cabra por una oveja y no se enteró ni el perro pastor. Luisma colabora los fines de semana en una escuela taller donde enseña altruistamente el cultivo del cannabis, ¿no te apetecería regar juntos sus flores?

Estos son los perfiles de los candidatos de este año, chicos simpáticos, llenos de energía, chispa y pasión. Típicos ejemplares de ingenieros deseando que el mundo les de esa oportunidad que la universidad les arrebató. Animaos y votad a vuestro preferido.

sábado, 5 de junio de 2010

Antínoo (y Adriano)

Existió una vez un mundo en el que hombres a caballo cruzaban llanuras, montes y vegas, en el que barcos propulsados por remos y velas surcaban un mar salpicado de peligros y de piratas, en el que ejércitos armados con escudos y espadas recorrían miles de kilómetros caminando para matar y morir cuerpo a cuerpo, un mundo en el que los dioses eran humanos y como tales llenos de virtudes pero también de defectos. Un mundo de injusticia, un mundo diferente, con otros valores muy distintos a los nuestros, pero un mundo que un par de milenios después sigue siendo atrayente y fascinante.

En ese mundo, en una región llamada Bitinia, nació un niño que pasaría a la historia, que sería mil veces inmortalizado en mármol y hasta deificado después de su trágica muerte. Poco sabemos de él, además de su belleza tranquila y fascinante, de su pelo rizado y enmarañado, de su mirada firme y sin pupilas, de su nariz poderosa y sobre todo de sus labios carnosos y jugosos como dos fresas a punto de madurar. Ese niño era fruto de su tiempo, por eso encarnaba todos los valores de la tradición griega heredada de sus antepasados cuando estos habían cruzado siglos antes el Helesponto para acabar con la supremacía persa. El lector de hoy pensará que los griegos eran unos tipos cultos y refinados y los persas unos salvajes dignos de ser exterminados, pero se equivoca de cabo a rabo. Los persas venían de una cultura que llevaba floreciendo muchísimos siglos, mientras que los griegos no eran más que un conjunto de ciudades belicosas que se dedicaban a partirse la cara unos a otros sin llegar jamás a tener un concepto de estado, Pericles más, Pericles menos.

Hasta que llegó Alejandro y les dio para el pelo, a los griegos. Ese mismo Alejandro que cruzó a Asia, barrió a los Persas y alcanzó invicto el Indo, para allí dar la vuelta y morir en medio de la nada envuelto en el misterio y llorado por Hefestión. Fueron unos años, un mero paréntesis en la historia, pero marcaron a aquella región como si hubieran sido cientos. Sorprendentemente la cultura helénica quedó allí orgullosamente fijada hasta que pueblos nómadas venidos de las estepas asiáticas les sustituyeron, el griego se convirtió en idioma oficial del imperio y el mestizaje fue moneda común. Curiosamente Antínoo y Alejandro compartieron rasgos en sus hologramas pétreos aunque mucho más bello Antínoo y mucho más feroz y leonino el conquistador de un imperio.

En el otro extremo de ese mar al que Serrat cantaba, unos años antes había nacido un hombre que pasaría a la historia por ser un emperador sabio y bueno. Imperator Caesar Divi Traiani filius Traianus Hadrianus Augustus su nombre de guerra, simplemente por Adriano le conocemos. Con él El Imperio llegó a su cumbre, y no precisamente porque fuera un genio militar, porque no, no lo era, él era otra cosa, era un buen político (palabras que al escribirlas hoy, el Word me subraya en verde por su incoherencia), era un hombre ilustrado, casi un filósofo, un amante de las artes y un viajero empedernido. En sus viajes por Grecia abrazó el estoicismo (buscando la razón y a la virtud, por mí que le den) y el epicureísmo (más centrado en la búsqueda del placer). Pero no fue lo único que terminó abrazando, también se dice que abrazaba a los jovenzuelos en una época en la que la pederastia (no entendida posiblemente como abusos sexuales a menores) era moneda de uso común y socialmente admitida.

Adriano conoció a Antínoo y quedó prendado de su belleza, aunque no quedan más que meras especulaciones sobre la naturaleza de su relación está claro que se convirtió en su amante. Como tal le acompañó en sus viajes por el mundo, algo que no tuvo que satisfacer demasiado a su señora esposa, la emperatriz Vibia Sabina. El hecho es que el pobre Antínoo no pasó demasiados años junto a Adriano, muriendo por una ingesta masiva de agua durante un viaje por el río Nilo. Qué sucedió realmente jamás se sabrá, unos dicen que se suicidó tirándose a las aguas, como sacrificio voluntario, para asegurar una larga vida al emperador, otros que directamente no soportaba más a Adriano y se suicidó y los más (entre los que me incluyo) que los cortesanos hartos de su influencia le cogieron a sillita la reina y le lanzaron por la borda.

Sea como fuere, Adriano se volvió loco de dolor. En el mismo Egipto fundó una ciudad en su honor, Antinoópolis, le proclamo dios y levantó templos en su nombre. De esa forma le podemos ver caracterizado de Dionisio y de Osiris. Lo curioso es que su nombre y su leyenda no dejó de crecer con el paso de los años, se calcula que existen más de 200 esculturas repartidas por el mundo con su retrato, se le cita en poemas y hasta una constelación tiene su nombre. Más tarde con el cristianismo cayó en desgracia y fue símbolo de decadencia e inmoralidad, aunque yo he visto su escultura en los museos vaticanos. Pero a él seguramente ya le da igual, aunque seamos miles los amantes de la belleza que le seguimos admirando.

jueves, 3 de junio de 2010

Delenda en français

Aujourd’hui je recommence avec le français. C’est le troisième pas pour retrouver la normalité que j’avais perdu. Le premier: être au régime, le deuxième: marcher une heure tous les jours. Ça marche !

Il y a six ans je pesais 139 kilos (maintenant ce n’est pas si terrible) et je ne parlais pas un mot en français. Chaque nuit je prenais mon mp3 avec des podcast niveau élémentaire et malgré que j’étais crevé, ça me donnait de l’énergie pour prendre des chaussures et suer à grosses gouttes. Avec cette méthode j’ai perdu 55 kilos et j’ai appris le français, c’est pas mal !

Je n’écrirai plus en français dans mon blog, c’est trop snob, mais c’est une déclaration d’intentions, les 85 kilos sont plus proches qu’hier :)

Avant de finir je veux partager quelques vidéos que j’aime bien, ils sont superbes!


Indochine : J’ai demande à la lune. Je l’ai écouté pour la première fois dans le film de Robert Guédiguian « Mon père est ingénieur », magnifique. Je suis super fan de Guédiguian.


Téléphone : Cendrillon. Parce que les contes de fées n’existent pas.


Françoise Hardy : La plus belle, la rose était elle.

martes, 1 de junio de 2010

Hoy declaro la guerra a los kilos (otra vez)


Sí, hoy vuelvo a declarar la guerra a los kilos de más y sobre todo a las malas costumbres. Hoy vuelvo a gritar que ya basta, que pienso tomar cartas en el asunto y dejar de hacer el gilipollas como lo estoy haciendo. Hoy voy a dejar de vivir mi vida como si fuera de otro, como si el cinturón que ya no da más de si estuviera apretando michelines ajenos. Hoy he vuelto a despertar a la realidad y no me ha gustado nada, porque soy un burro y un inconsciente y aunque todo esto ya lo he vivido muchas veces sistemáticamente vuelvo a tropezar en la misma piedra.

Es cierto que lo mío es una maldición, una burla de la naturaleza, pero tener un metabolismo digno de un superhéroe que puede sobrevivir sin comer no tiene que ser excusa para ir llorando por los rincones, si engordas por comer te jodes Juanjito, más claro agua. Ser gordo es una opción, tú lo sabes y no debes mirar a otro lado, el hambre es solo una sensación que reside en el estómago.

Hoy voy a dejar de ignorar las señales que mi cuerpo me envía y no voy a seguir siendo un necio que mira hacia otro lado. Voy a dejar de hacer el capullo y voy a tomarme en serio el dolor de mis rodillas, hartas de seguir soportando mi molicie, voy a tomarme más en serio aún al cansancio que sufro al transportarme, a la somnolencia que me provoca una sangre espesa cuajada por los triglicéridos, a la apnea del sueño que últimamente me visita noche sí y noche también amenazándome con no despertar a tiempo.

Y aunque me vuelva a costar la misma vida voy a triunfar, porque conozco el camino y sé cómo llegar a la meta, pasito a pasito y sin tomar atajos, ya lo he recorrido antes y no me da ningún miedo. Pero primero debo ordenar mi cabeza, porque no se come con la boca, se come con el cerebro, y yo soy un descerebrado. Se han acabado las jornadas maratonianas de trabajo, no voy a suicidarme preocupándome de problemas que realmente no son míos, llegaré hasta donde llegue y tengo toque de queda, las seis de la tarde. Se terminó llevarme trabajo a casa, a las seis tiro el boli y me voy, punto pelota. Se terminó pensar en el proyecto fuera de la oficina y se terminaron los ataques de ansiedad descontrolada.

Porque la ansiedad es el peor enemigo, los dos minutos de vacío mental que transcurren desde que millones de hormigas recorren tu cuerpo hasta que cierras la puerta de la nevera son la clave del éxito, 1500 kilocalorías es el límite, ni más ni menos. Además se terminó la vida sedentaria, a partir de ahora toca mover el culo pateándome las calles de Alcorcón, una hora al día de caminata es imprescindible para lograrlo, cuento con ello. Y pienso volver a leer, y pienso seguir escribiendo, y volveré a estudiar francés y jugaré con mi niño al balón en el parque sin que me falte el resuello. Hoy la vida vuelve a empezar y estoy contento.

Solo existe una regla, alejarme de la báscula, no me pienso pesar porque me niego a ser una magnitud física, carne al por mayor, un número de tres cifras. No es una cuestión ni de vanidad ni de mirar a otro lado, simplemente es dignidad o exceso de amor propio, lo mismo me da porque hoy nazco de nuevo.