jueves, 28 de octubre de 2010

Las muñecas rusas


Cuando era pequeño, y tal vez no tan pequeño, me asaltaba una duda existencial. ¿Cómo las personas mayores podían ser capaces de vivir con el recuerdo de tantos años acumulados? Y creo que no era una pregunta idiota, aunque no supiera la respuesta.

Después dejé de pensarlo, bastante ocupado estaba forjándome un porvenir como para tener tiempo de plantearme preguntas metafísicas. Pero ahora, concretamente ayer, me volví a hacer la misma pregunta, como casi siempre atrapado en el atasco de la M40, es sorprendente pero es el lugar de las preguntas fundamentales, y es que, a lo mejor, cuando hicieron los túneles del pardo atravesaron alguna corriente electromagnética de energía que activa mis neuronas, o no. Gilipolleces aparte, lo más curioso es que tenía la solución, de repente había encontrado la teoría que lo explicaba todo y como soy un tío que escribe un blog voy a compartirla.

Vamos a llamarla “teoría de las muñecas rusas”, imagino que todo el mundo las conoce, son una serie de muñecas huecas que al abrirlas contienen una nueva muñeca más pequeña en su interior y así sucesivamente (diría que siento la maldad de la foto, pero ni de coña porque es estupenda, no dejo de pensar en qué tendrá Chemari en su interior). Pues eso, creo que soy una especie de muñeca rusa, y no porque cada vez sea más grande y sea capaz de contener a un Juanjo anterior, que también, soy una muñeca rusa porque puedo diferenciar perfectamente a los Juanjos que en mi vida han sido, como si fueran distintas personas de las que guardo algunos recuerdos pero que puedo mirar desde una perspectiva exterior.

Y cada uno de esos Juanjos, ha tenido problemas distintos, alegrías distintas, metas y objetivos distintos, compañía distinta, lo cual ha sido también un factor importante para dar discontinuidad a mi propia vida, en cada momento he estado rodeado por mis congelados. ¿Que por qué los llamo congelados? Porque son todas esas personas que en un momento del pasado se separaron de nuestro camino pero que nosotros nos empeñamos en recordar como cuando teníamos veinte años, eso daría para otro tipo de análisis mucho más divertido, como es nuestra reacción cuando vemos al macizo de turno con barriga y medio calvo esperando su turno en la caja del supermercado.

Yo por lo menos puedo diferenciar cinco Juanjos distintos, claro que soy el único que puede hacerlo, cada uno con su problemática particular, totalmente independientes, que no me crean ningún tipo de problema, ni cargo de conciencia. Ni siquiera me siento responsable de sus actos, únicamente de los del actual y, si no ha prescrito alguna tontería con hacienda, tal vez, y solo digo tal vez, del post universitario. Voy a presentarlos.

El niño: Ese Juanjo era feliz, a pesar de tener unos amigos cabrones que cuando jugaba de portero le llamaban Arcofofo, curiosa forma de llamarme gordo metiendo de por medio al gran Arconada, portero en blanco y negro (al menos en mi casa) que nos hizo perder una Eurocopa. El Juanjo niño creía firmemente que sería algo en la vida, tenía confianza, sacaba buenas notas y desbordaba ganas de vivir. Era valiente y no le importaba partirse la cara con nadie, sí, era terco como una mula, creo que era el mejor Juanjo de todos. Como ya he dicho en este blog otros días le echo mucho de menos y creo que de alguna forma le he traicionado.

El adolescente: Un tío complicado, lleno de miedos y crisis existenciales para las que no estaba preparado, curiosamente murió de un enfisema pulmonar. No le tengo especial cariño porque era un bobo y un pánfilo. Sus pajas mentales fueron un lastre para el desarrollo de los demás, siempre preocupado por intentar gustar, intentar caer bien y reventarse los granos, fue el tonto de los cojones que no tuvo narices para estudiar historia y no ser ingeniero, los siguientes Juanjos le odiamos. Evidentemente pasó sin pena ni gloria por la vida, a pesar de sus buenas calificaciones y su cara de no haber roto un plato.

El universitario: Un cabra loca, un viva la virgen que afortunadamente volvió del lado oscuro para desolación de mis padres y mucho de mis allegados. Era talento en estado puro, ironía y mala leche concentradas, capaz de sacarse esa tontería llamada industriales sin pisar en clase los últimos tres años. Un Ave Fénix deseando de recuperar el tiempo perdido preocupado por vivir mucho, vivir todo y vivir rápido, yendo de experiencia en experiencia, buenas y malas, todas útiles, de borrachera en borrachera, de tontería en tontería, hasta que un día le sonó el reloj y comprendió que el tiempo de hacer el tonto se le había acabado.

El post universitario: El cisne del patito feo, con su título en el bolsillo, un trabajo en la empresa patera (lo cual significaba tener la pasta que nunca había tenido) y unos ojos azules de escándalo que paseaba en citas de dudosa reputación con estupendas mujeres surgidas de una cosa que se llamaba internet. Fue claramente de más a menos, sobre todo porque fue un idiota que se enamoró con el resultado de una trituración por minipimer de corazón, le hicieron gazpacho. Pero se le pasó, y se volvió a enamorar, y no le hicieron daño, y se casó, se hipotecó, se compro un perro y luego fue padre. No hemos vuelto a verlo, yo creo que se fue a por tabaco.

El padre: Ese soy yo, cuando nació Dani me cambió la vida y me volví mucho más responsable y preocupado. Como las serpientes mudé la piel y me transformé en lo que soy ahora, un señor preocupado por el paso del tiempo, la caída del pelo y los horarios. No sé cuánto tiempo tardaré en desprenderme de él, de mí, pero creo que no le voy a echar mucho de menos, ni él a mí. Es curioso, pero yo que soy un mar de dudas y todo me lo replanteo, creo que esta vez he dado en el clavo con mi teoría, y lo sé porque miro a mi hijo y me miro a mí, y pienso en el niño que fui y es imposible que sea el hombre de ahora. Es claro y meridiano, porque ese niño de tres años algún día crecerá y ya no será mi niño de tres años, por mucho que le siga queriendo igual o más que ahora.

Y sobre todo porque ahora, que he consumido gran parte de mi vida, soy consciente de que únicamente así es posible sobrellevar las emociones de los éxitos y de los fracasos, de las alegrías y de las penas, es necesario soltar lastre y abandonarse, aunque sea a uno mismo, y es necesario comenzar de nuevo, aunque sea de vez en cuando.

lunes, 25 de octubre de 2010

No se puede vivir sin música


No se puede vivir sin música, al menos a mí me resulta imposible. Por múltiples motivos, aunque afortunadamente con la música nunca llegaría a la conclusión de que son demasiados. Podría aburríos haciendo una lista y un post insufrible, pero creo que no es necesario, con uno que os cuente va a ser suficiente. La música es el único arte que me emociona hasta las lágrimas, aunque las demás las disfrute no es lo mismo, puedo tener amores puntuales y pasajeros con ellas pero jamás nada tan intenso. La música es pasión, es sentimiento, es un impulso eléctrico que inunda el cerebro, es el caparazón donde me puedo aislar y cerrar los ojos hasta olvidarme del resto.


Muchos días, cuando no me apetece nada escribir, pienso que con una canción lo podría resumir todo, pero no he construido mi Carthago virtual para acabar siendo un pinchadiscos, así que me he ido con la música a otra parte y he creado una nueva página donde hacerlo. Si miráis un poco a la derecha veréis un nuevo enlace, allí, además de poner enlaces a mis listas de música, iré colgando ese video que resuma el día, y como vivo en una montaña rusa imagino que habrá sitio para todo. Si os apetece por allí nos vemos.


¡Ah! y de paso he cambiado el contador por uno que no haga saltar una ventana con publicidad, espero que este no sea tan molesto.

sábado, 23 de octubre de 2010

El cavernícola


Podríamos decir que el cavernícola es un señor, o un hombre, o simplemente un ser humano, pero pese a las apariencias no da las características mínimas para ser incluido en cualquiera de esos grupos, por lo menos no para mí que desde esta trinchera me siento libre para juzgarlo. Increíblemente él se considera gracioso y ocurrente, tanto como para despreciar a parte del género humano, para comenzar a la mitad de él por razón de su sexo, pero desprecia a muchísima gente más, como por ejemplo a mí mismo porque no pienso como él cree que se debe pensar, y eso, desde su estrechez de miras, debe ser considerado como una desviación o una enfermedad mental.


El cavernícola es el adalid del pensamiento único, pero para su desgracia vive dentro de una sociedad en la que ciertos comportamientos no son tolerados, eso le desconcierta. A él le gustaría vivir en el mundo sin colores de la letra con sangre entra, ese mundo que ha conocido y que tanto añora, los buenos tiempos seguro que los llamaría. Pero como todo eso se ha terminado, afortunadamente, el cavernícola se ha ido adaptando al medio hasta llegar a ser un profesional, tanto como para poder vivir de ello disfrazado de demócrata. Va por la vida representando una función, con mucho arte y salero, escondiendo a regañadientes sus verdades universales en función de lo políticamente correcto.


Pero a veces no se da cuenta y baja la guardia, es entonces cuando sale el verdadero cavernícola, cuando se junta con otros cavernícolas que le ríen los chistes y le jalean las gracias. Entonces suelta sus exabruptos sin pensarlo mucho, encantado de haber encontrado un púlpito desde el cual vocear sus proclamas, y es entonces cuando nos hiela la sangre y la esperanza. Porque nos creíamos libres de especímenes como él y nos asustamos de ir respirando el mismo aire que antes su venenoso riego pulmonar ha ensuciado, en primer lugar por si se nos pega algo, aunque es complicado, en segundo lugar porque no se le arranca de su poltrona como a la mala hierba, como se extirpa un tumor, de raíz y sin contemplaciones, sin disculpas, sin excusas. Porque para muchos como yo, que además no podemos ser acusados de progresistas de salón o pesebreros, eso marca una gran diferencia, no se puede poner al mismo nivel la torpeza con la indecencia, la incompetencia con la intolerancia.


Por eso, cuando el cavernícola mete la pata se siente dolido, principalmente por lo injusto que le parece no poder expresar libremente su ideario, para él no deberíamos ser iguales ni ante la ley, pero, como es sibilino, cuando ve que su trono corre el riesgo de moverse recurre inmediatamente a falsas disculpas que esconden aun más veneno del que ya había soltado, en el fondo debe pensar que los demás somos gilipollas, y cuando ya no le queda más remedio que meter la cabeza debajo del ala, solo entonces, se confiesa traicionado por sus palabras, lo cual es muchísimo más terrible. A ver, cavernícola, no nos importa lo que sueltas por tu sucia boca, entérate bien, lo que nos preocupa eres tú, tu miserable existencia, los pensamientos que habitan dentro de ti, el problema no es que digas lo que piensas, el problema es que lo piensas, el problema es que existe alguien tan mezquino que todavía piensa así.


Después de escucharle no me extraña que en su microscópico mundo monocolor tenga pesadillas con hordas de mujeres feladoras que amenazar con arrebatarle el puesto, no da para más, no me extraña que tenga miedo del reparto de preservativos a diestro y siniestro, de las clases de educación sexual, total, si lo que espera de una mujer es que esté con la pata quebrada y en casa, y si está preñada mejor, poco importan los embarazos no deseados o evitar un aborto, eso le es indiferente, simplemente es el justo castigo a las mujeres pecadoras que irán derechitas al infierno. Y lo que más me apena es que en lugar de correrle a gorrazos desde el Pisuerga al Duero muchas de ellas le votaran, disculpándole por solo ser un muchacho travieso.


jueves, 21 de octubre de 2010

The show must go on


Hoy estoy mal, pero mal mal, mal de querer morirme, mal de cojones. Este es otro de esos post que escribo para mí, uno de esos post que pasan de puntillas y que no reciben comentarios. Imagino que no es muy educado arrancarse el corazón y tirarlo contra la pantalla, seguramente provoca la misma sensación que los muertos en un accidente de tráfico, miras por curiosidad y enseguida giras la cabeza para otro lado con mal cuerpo. De todas formas si hoy no lo escribo reviento.

Existen problemas que te tocan tan de cerca que llegas a vivirlos en primera persona, existen problemas que piensas que jamás te van a pasar a ti, que son propios de gente extraña, de familias desestructuradas con un padre alcohólico que vuelve a casa borracho tirando los muebles y zurrándole hasta el gato. Pues no, existen problemas que le pueden pasar a cualquiera, te puede pasar a ti, sí, seguro, porque nos pasa a nosotros, a mi familia, gente normal, con una vida normal, con unos padres sin un duro pero que nos han dado siempre lo que han podido, que se han preocupado por nosotros cubriendo con holgura el umbral de lo necesario, a todos los niveles. Si no me crees espero que nunca pases por lo que estamos pasando nosotros.

Tengo una hermana pequeña, realmente ya no es tan pequeña pero siempre lo será para mí que la llevo 17 años. Fue mi primer bebé, una niña preciosa como pocas, con unos ojos azules que se comían el mundo. Digo mi primer bebé porque realmente cuando tienes esa diferencia de edad nunca llegas a comportarte como un hermano, eres algo así como una mezcla de hermano y padre, porque no has compartido problemas comunes, no has ido con ella al colegio ni te has peleado, pero la quieres a rabiar porque le has cambiado los pañales, te la has llevado al parque para ligar a su costa (para eso no hay nada como un bebé o un perro), has visto como aprendía a hablar, a tocar el violín, le has explicado mil veces las matemáticas, has mediado con tus padres sus asuntos porque la entendías mejor que ellos, es algo especial que no a todo el mundo le pasa.

Pues bien, mi hermana, nuestra princesa, padece de bulimia, ¿desde hace cuanto?, pues ni idea, seguramente más de lo que estoy dispuesto a creer, más de lo que su pequeño cuerpo puede soportar, mucho más de lo que hemos tardado en detectarlo. Esa es una de las grandes putadas, que no sabes ver y que el enfermo hace todo lo posible por ocultarlo, aunque al final es inevitable. Al principio cuando detectas que algo pasa, que algo está cambiando ni te lo planteas, luego cuando empiezan los problemas, el cambio de humor, las malas notas, pues lo achacas a cualquier cosa que te parece más racional: a la pura mala leche, a un noviete cabrón, a la edad del pavo, pero no te lo llegas a creer. Y aunque luego te parece evidente (y no entiendes como no lo has notado antes) porque ves como cambian los horarios de las comidas, porque come como un remero bulgaro pero no engorda ni un gramo, porque es otra persona diferente, pues sigues sin admitirlo porque eso no pasa en tu casa, a tu hermana, faltaría más. Pues sí, claro que pasa, y te ha cagado el palomo.

Los trastornos alimenticios son una cosa muy seria, no estoy descubriendo América, ni lo pretendo, pero es algo que conozco en primera persona. Lo sé porque yo mismo resuelvo mis crisis de ansiedad visitando a la nevera, por lo menos no siento después la necesidad de ir a vomitar, aunque es verdad que me siento como una mierda y engordo como una vaca. Lo puedo controlar o al menos eso creo. Pero un enfermo de bulimia no lo puede controlar y se mete en una espiral brutal de destrucción física pero sobre todo mental. Porque la bulimia te rompe el presente y te roba tu vida, la obsesión y los remordimientos inundan tu mente y con ellos vienen la desesperación, la rabia y la ira. Admitir que tienes un problema es el primer paso, y es un paso importante, pero llegar a ese punto lleva mucho tiempo, y aunque llegues te queda cruzar el Sinaí descalzo. En eso estamos y son tantos los avances y retrocesos que nos volvemos locos. No quiero volver a fallarla dejándola sola, pero no sé qué hacer, no sé qué espera de mí, no sé elegir las palabras correctas que la sirvan de alivio y no aumenten su pena, no sé si fingir que no pasa nada cuando estoy con ella o ir directo al grano para que pueda desahogarse conmigo arrancándome la piel a pedazos.

Evidentemente solo deseo que se cure, que termine la pesadilla de una maldita vez, sobre todo por ella, porque merece recuperar su vida y ser feliz, yo creo que está a tiempo y que la queda todo por descubrir, todo lo bueno, evidentemente, porque de lo malo puede darnos lecciones desde su infierno de autodestrucción. Pero también por los que la rodeamos, porque necesitamos recuperar nuestra vida, volver a ser felices, poder planificar el tiempo con normalidad sin esa espada de Damocles encima de nuestras cabezas que en cualquier momento nos rompe todo en forma de crisis y una visita al hospital. Llega un momento en el que irte a la cama sin novedades es el mayor de los triunfos, pero cada vez son menos días, y cuando no es así te metes debajo de las sabanas como si volvieras al útero materno buscando desconsoladamente un refugio donde olvidar, donde volver a componer una sonrisa que te acompañe al día nuevo. Porque mi vida se ha convertido en eso, en una comedia en la que trato de parecer estupendo mientras me muero por dentro.

Y solo sé que la quiero, la quiero, la quiero mucho, y no quiero que la pase nada, y no sé como actuar, y tengo miedo.

domingo, 17 de octubre de 2010

1973 (musicalmente hablando)


Una de las verdades universales de esto que denominamos vida es que cada uno nacemos cuando nos toca, nos guste o no, pues a mí me toco nacer en 1973, un año como otro cualquiera para muchos, muy especial para mí. Fui niño en una dictadura que no conocí y que sorprendentemente se desvaneció hasta en el pensamiento, como se desvaneció (o le desvanecieron) Carrero Blanco ese mismo año, y Allende, y Picasso, y Neruda, y John Ford, y Tolkien y hasta Nino Bravo, por suerte o por desgracia yo no soy la reencarnación de ninguno de ellos. Era una época marcada por el fin de la guerra de Vietnam, precisamente en 1973 dijeron hasta luego Lucas los americanos, también estaba en el candelabro el conflicto árabe israelí, con una crisis del petroleo de regalo. Agonizaban los tiranos en Europa y nacían en Latinoamérica, la homosexualidad dejó de ser considerada una enfermedad, por lo menos en el mundo civilizado, y el Atleti ganaba la liga de fútbol, ¡cuanto ha llovido!, cómo hemos cambiado...

Pero hoy el post no va de eso, va de música, de una música que no viví pero que si he podido disfrutar con el paso de los años, seguramente demasiados, porque en mi adolescencia y juventud alcorconera no todo era tan accesible como ahora, ni por medios ni por conocimiento, en mi mundo del barrio del otro lado de la vía el rock sinfónico o el progresivo no se habían inventado y el inglés era un idioma tan extraño como el arapajoe, algo que ni nos iba ni nos venía, cosas del imperialismo yankee para volvernos unos depravados y unos golfos. Por eso crecí al ritmo de las palmas y de las castañuelas, menos en esporádicos paréntesis vacacionales en los que mis primos mayores, carabancheleros ellos, escuchaban una música potente y extraña que llamaban heavy metal que a mí me gustaba. No voy tampoco a hablar de heavy metal porque hoy estoy en 1973 y no existía, en plena agonía del movimiento hippie y de la psicodelia lo que triunfaba era el rock, grupos que serían la semilla de los impresionantes 80, grupos que he ido conociendo a base de curiosidad y echarle ganas y tiempo.

En 1973 pasaron cosas musicalmente maravillosas, se formaron AC/DC y Kiss, grabaron su primer disco Black Sabbath, Bruce Springsteen, Lynyrd Skynyrd y Queen, solo con eso ya hubiera valido la pena, pero no, hubo muchísimo más, incluyendo drogas, pantalones acampanados que sin embargo cortaban la circulación en la entrepierna, y melenas al viento no tan cardadas como la de los 80. Vamos al tema.

Los cuatro Beatles sacaron disco. Olvidando a Ringo y al inolvidable George Harrison, John Lennon publicaba “Mind Games” y Paul McCartney y sus Wings “Band on the run”. Ahí es nada.











Viejos grupos de los 60 seguían dando guerra, The Who a lo suyo con una ópera rock llamada "Quadrophenia", The Rolling Stones sacaban un disco prescindible “Goats Head Soup” con una canción imprescindible Angie, y es que claro, uno no puede todos los días inventarse Sticky Fingers.











En USA, además de su country, su soul y su R&B iban apareciendo buenas bandas que tomaban un poco de todo, lo cocinaban y lo devolvían como una especie de ensaladilla en la que cabía casi cualquier cosa. Por ejemplo los Californianos The Doobie Brothers con su “The Captain and me” que incluye el temazo "Long Train Runnin'", uno no sabe si está escuchando folk, rock, country o soul, son estupendos. Como también lo son los tejanos ZZ Top, que publicaban en 1973 “Tres Hombres”, rock potente con tintes sureños. De Florida eran Lynyrd Skynyrd, grupo de nombre impronunciable aunque que trataban de dejarlo claro con se “Pronounced Leh-Nerd Skin-Nerd”, más rock sureño o blues-rock o como le quieran llamar, en definitiva buena música que pereció en un accidente aéreo.

















Los británicos mientras tanto hacían su agosto con grupos de rock progresivo con tintes psicodélicos y sinfónicos, me gustan, pero creo que no he consumido suficiente LSD en mi juventud (y drogas en general) como para apreciarlos en toda su grandeza. De 1973 es el mítico “The Dark Side of the Moon” de Pink Floyd. Genesis publicó “Selling England by the Pound”, la época que más me gusta del grupo, a fin de cuentas uno es más de Peter Gabriel que de Phil Collins que, no sé por qué, siempre me ha caído un poco gordo.











Y también en la pérfida albión se estaban poniendo las semillas de lo que se llamaría rock duro, o metálico, grupos como Deep Purple (en plena descomposición en 1973) y Led Zeppelin fueron los pioneros. Con el tiempo he comprendido que eso del heavy no era más que una estética, una pose, porque el buen heavy metal no era más que muy buen rock tocado por melenudos, la mayoría de los que lo critican no han escuchado buen rock en su vida. En 1973 Led Zeppelin sacó “Houses of the Holy”, un cambio de tendencia en la banda hacia música más instrumental y melódica. Además dos debutantes soltaban un bombazo, en mi opinión mejor no se puede comenzar una discografía, Black Sabbath con “Sabbath Bloody Sabbath” y Queen con “Queen”, si los primeros fueron grandes los segundos lo fueron todo, galácticos, cósmicos, siderales, los echo de menos.

















Y me dejo para el final un par de joyas de aquel año, aunque hay muchísimo más de lo que se podría hablar, un tal Billy Joel se sacaba de la manga “Piano Man”, con una canción homónima que cuando la escucho, y la canto, me desgarra el alma. También un jovencísimo y desconocido Mike Oldfield, hombre orquesta donde los haya, sacaba Tubular Bells justo dos días después de que yo naciera, música destinada a ser recordada mucho tiempo después de que yo haya muerto, porque la música es eterna.









viernes, 15 de octubre de 2010

La guerra de Troya


Ayer por la tarde noche libré, cual moderno Agamenón, mi propia versión de la guerra de Troya. Como el único Homero que existe a este lado del teclado soy yo mismo paso a contaros los detalles de mi Iliada particular.

El desencadenante de esta guerra ha sido el rapto de mis tildes a manos de Kryptik el troyano, posible descendiente binario de Paris, caprichoso ladrón de doncellas griegas (o mejor dicho Helenas) por los dioses ayudado. Antes de que se me olvide, y aunque no venga a cuento, quiero decirle al mundo que el tal Paris era un pringao, pero de los grandes, un tío que puede elegir entre tener sabiduría, poder o el amor de la mujer más bella del mundo y escoge lo último es para darle con un calcetín sudao, máxime si todavía no había nacido Michelle Pfeiffer, y encima vas y montas una guerra persiguiendo princesas, para matarte. Lo mismo le debieron preguntar a nuestro príncipe, oye Felipe, que si quieres inteligencia, poder o a Leti(z)ia, perdón, ¿me repites la pregunta?, sí, ¿que dónde te dejamos la Leti(z)ia?

Desolador, pero volvamos al tema, antes las guerras empezaban por ir persiguiendo macizas, ¡ya hubiera querido un servidor que mis desventuras hubieran comenzado por perseguir damas ligeras de ropa por la red! Eso hubiera cambiado mi ira por resignación, a fin de cuentas el porno cibernético es una actividad de riesgo y una excusa para las infecciones no venéreas, vamos, que habría asumido las consecuencias de mis actos. Pero ni para eso Kryptik el troyano ha tenido honor, estaba el tío disfrazado en un pdf que pretendía hacer una comparación entre los mejores directores de cine de la historia, ¡el cacho cabrón!, eso no es digno ni de un virus. Siento el peso de la vergüenza lastrar mis dedos al escribirlo, una infección cultureta, lo que me faltaba, aunque ¡eureka!, puedo arreglarlo, diré que buscaba a los mejores directores porno de la historia porque ya es hora de reivindicar al creador de “Si no soy Curro Jiménez, ¿qué hago con este trabuco?”, sea quien sea. Muera Bergman (que es insoportable), viva Curro y su trabuco.

De ese modo, investigando sobre el cine porno (ya me lo voy creyendo), me encontré frente a frente con Kryptik el troyano. Aunque había contratado los servicios de un software que, por cuarenta eurazos, me garantizaba la ayuda de Odiseo y Aquiles a la hora de la verdad me encontré solo. Odiseo estaba haciéndose el loco plantando sus campos de sal y le tuvo que pillar Kryptik cagando detrás de un olivo, Aquiles, que tenía un ramalazo de drag queen, debía estar en el vestidor de la casa de su madre disfrazándose de la esposa del primero, con su bolso de piel marrón y sus zapatos de tacón y su vestido de domingo. ¡Mierda de aqueos!, ya no sois lo que erais, ¿dónde están los auténticos lacedemonios?, ¿qué queda de ellos?, ¿a eso le llamáis Smart Security señores de ESET?, con el Norton vivíamos mejor. Lo que más me duele es el descojone de mi hermano al recordarme lo pardillo que soy al comprar un software en lugar de piratearlo, soy el hermano mayor menos ejemplar del mundo.

Como yo por mis tildes mato le puse asedio a Troya dispuesto a aniquilar todo lo que se moviese, al principio confiando en el antivirus lo hice por la buenas, una limpieza de disco duro, agua, luego indignado una más a fondo al grito de ¿dónde está el virus?, ¡sal cobarde!, más agua. Me sentí derrotado. Pasé todos los spywares, malwares, suputamedrewares que recomendaban en los foros y nada, Kryptik, Héctor y Paris se burlaban en mi cara. Pero para los que crecimos usando el DOS la palabra derrota no existe, tenemos más tiros pegaos que la bandera de la legión, me lancé de cabeza a mirar el registro de inicio, en algún lugar tenía que esconderse. Tras horas de minuciosa lectura del regedit y comparación con lo que encontraba en el disco duro creí ver a Kryptik escondido bajo un nombre que ya no recuerdo, puse el nombre del ejecutable en google y mis temores se confirmaron, era él y me la habían colado. Le borré con saña, del registro y del disco duro, pero cada vez que reiniciaba volvía a la vida, si mataba a Cicno me la clavaba Eneas, si daba con Eneas salía al quite Príamo, maté y maté pero nunca era suficiente, en cada inicio un nuevo guerrero se levantaba para luego morir, Caronte debía estar haciendo horas extras descojonado. Pensé en cómo sería la vida sin tildes y en un vietnamita limpiándome la cuenta del banco, ambos me parecieron motivos con suficiente fundamento como para seguir intentándolo.

Hasta que a la una de la mañana Troya se rindió, volví a iniciar y a dar al teclado esperando encontrar por enésima vez “´´o” en lugar de “ó”, pero no, la tilde estaba donde debía estar, probé con “á”, con “é”, y sí, todo estaba en su sitio, miré el registro y las líneas malditas se habían volatilizado, confieso que nunca sentí tanto placer por algo tan simple, pero puedo afirmar y afirmo que fue mejor que un orgasmo. Hoy con gran satisfacción estoy aquí para anunciar que la guerra de Troya ha terminado, todos los troyanos han sido aniquilados y de Troya no quedan ni las ruinas. Vivo con el temor de que alguno siga vivo y agazapado, pero si alguno de ellos ha escapado a la matanza espero que haya sido Eneas, a fin de cuentas es el fundador de Carthago.

jueves, 14 de octubre de 2010

El pozo de los deseos

Llevo todo el día pendiente de ver subir y bajar una cápsula en un desierto lejano con gente que sin embargo me parece muy cercana, ¿por qué?, pues ni idea, lo primero porque últimamente me siento muy receptivo hacia el dolor ajeno, lo segundo tal vez por el hecho de que comparten mi idioma y serían capaces de comprender este texto, a lo mejor si fueran coreanos o tanzanos me daba más igual, pese a que unos y otros son seres humanos, cosas mías. Además tras un día con una de las reuniones más surrealistas de mi vida, y mira que las tengo de todos los colores, ver que los ingenieros hacemos algo práctico por los demás me hace reconciliarme un poco con la profesión, eso sí, si estos pobres hubieran dependido de mí y de mis colegas habrían tenido más posibilidades de salvarse escarbando con sus propias manos hasta llegar a la China, que más o menos deben de ser las antípodas de Chile.

Pero ese no es el tema, el tema es reivindicar que ya que tenemos un agujero de tan colosales dimensiones podríamos aprovecharlo, sería una versión cañí del pozo de los deseos. Uno de mis compañeros venezolanos proponía, con gran acierto, tirar a Hugo Chávez y después rellenarlo con cemento, el agujero, no a Hugo. Yo creo que igual quedaba atascado a los pocos metros con su cabeza, pero vamos solo sería un pequeño contratiempo, todo puede desatascarse con una buena bomba o un buen compresor. Para completar el reparto detrás iría Esperanza Aguirre, y sé que esto provocará división de opiniones pero es un clásico de mis fobias, además con ella nada de cápsula, lo mejor a caída libre, como a ella le gustaría, ante todo libertad (de expresión), dejemos a la gravedad hacer su trabajo, aunque si tiene suerte y cae en la panza de Chávez igual se salva.

Políticos podrían ir unos cuantos, tantos como para hacer un gran hermano, y antes de que se me olvide la Milá también va para dentro. Leire Pajín es indispensable, está claro que cuando ZP la nombró secretaria de organización (¡joder, secretaria de organización!) le estaba dando conscientemente al botón rojo de autodestrucción, a su lado la pánfila de Soraya me parece todo glamour. Muchos más deberían ir en la lista pero no voy a enumerarlos, lo dejo a la imaginación del lector, pero como aclaración no metería a ZP, no, el merece algo mejor, como por ejemplo ser arrastrado por los huevos por un búfalo en celo por el desierto de Arizona, es importante lo del celo porque en algo se tendrá que entretener el pobre bicho (y me refiero al búfalo) cuando se canse de correr. Además de peperos, sociatas y otros animales, echaría al hoyo a los progres de salón, esos grandes cantantes, actores y artistas que proclaman la lucha social desde su casa en Aravaca y su palco del Bernabeu, esto va por ti también Cándido, que te la tengo jurada, además para putearte no vas a tener ni espuma ni una hoja de afeitar, en una semana vas a parecer salido del anuncio de los pelochos, Penélope Cruz no sé de que pie cojea pero no puede faltar, odio su voz con todo mi alma y desde las entrañas de la tierra espero no escucharla nunca más.

Los personajes del corazón (¿?) también tienen cabida, la Pantoja y Cachuli al frente, serían tremendos los bis a bis con Pepiño (seguro que lo habíais adivinado) y Espe de palmeros, a lo mejor en el fragor de la batalla se animaban y seguían su ejemplo. Ratzinger Z también debería unirse a la colección pero se ha ganado un indulto, total, ya tendrá tiempo de estar bajo tierra cuando descubra, porque bien ganado se lo tiene, lo que es el infierno, allí nos encontraremos los dos, y con suerte a Díaz Ferrán que nos presentará al diablo porque debe ser familiar suyo en primer grado. Habría que echar también al pozo de los deseos a los artistas conceptuales, a los malos banqueros (como si los hubiera buenos...), las manos amputadas de todos los músicos del chunda chunda y los rizos de Bisbal, a Pedro J. Ramírez colgado por sus tirantes, a Florentino Pérez y a todo lo que huela a prepotente y blanco, al imbécil de mi vecino de al lado, a la estupidez infinita, al colesterol y a los triglicéridos.

Pero si no es posible deshacerme de todo eso entonces propongo ser yo el sepultado, aunque dudo de que el túnel que han abierto sea de mi talla, vamos que si yo fuera minero me veía corriendo y haciendo abdominales en la galería hasta el día del juicio final. A mí seguro que por la sonda por la que mandan la comida me hubieran enviado zanahorias y colinabos, eso sí, atados en una cuerda y haciéndome saltar hasta alcanzarlos. No necesitaría mucho para ser feliz, mis libros de historia antigua, mis novelas de romanos, un proyector de cine donde poder seguir admirando a Wilder, Hitchcock, Ford, Fellini, Capra, Huston, Berlanga, Chaplin, Eastwood, Coppola, Welles, Spielberg, Kubrick, Scorsese, Tarantino... Y sobre todo un reproductor de música, porque sin música no puedo vivir, y muchos discos, o emepetreses o lo que sea, preferentemente de Queen, AC/DC, Springsteen, The Cure, Extremoduro, Neil Young, The Rolling Stones, Van Morrison, Depeche Mode, Deep Purple, Iron Maiden, The Police, Loquillo, Guns 'N Roses, Radio Futura, The Beatles, U2, Green Day, Nirvana, Sabina, Pixies, y tantos y tantos que han puesto banda sonora a mi vida. Y si no es mucho pedir también me llevaría la sonrisa de mi hijo, tan luminosa que acaba con las tinieblas, con las externas y con las del alma.

domingo, 10 de octubre de 2010

If I could turn back time


Hoy es uno de esos días en los que el blog sirve de terapia, aviso a navegantes, el que quiera que haga de este punto y seguido un punto y final. Hoy es uno de esos días en los que escribo para mí, para sacar toda la pena que llevo dentro con la esperanza de que si la dejo aquí olvidada el monstruo desaparezca, para que no vuelva más, para que me deje tranquilo.


Cuando estás pasando por una mala racha lo único que quieres encontrar es una salida, te levantas cada día esperando que por fin salga el sol, bueno, es más que eso, necesitas que por fin salga el sol, pero como mucho te encuentras con que ha dejado de llover aunque sigue amenazando lluvia. Como es lo único a lo que puedes agarrarte tratas de vivir la ilusión de que todo va mejor hasta que de repente, y sin avisar, vuelve a desencadenarse la tormenta. Y cada ver es peor por eso de que el vaso ya está lleno o porque llueve sobre mojado.


A veces uno es protagonista de su destino, a base de puros huevos, de comerse el mundo antes de que él te coma a ti, y funciona, pero a veces uno es prisionero de sus sentimientos y no sabe qué hacer, te ves atrapado en una especie de tela de araña que se llama chantaje emocional y quedas allí paralizado a merced de los caprichos de los demás. Cuando no puedes más, cuando no te quedan lágrimas que derramar y las penas duelen menos porque ya ni sientes ni padeces te planteas darle una patada a todo y comenzar de nuevo, pero no es tan fácil, al contrario, es dificilísimo. Principalmente porque no se puede extirpar el daño de manera selectiva, no puedes decir tú sí y tú no, no puedes elegir la parte me gusta de ti, o de vosotros, e ignorar el resto, no puedo quedarme con tus virtudes olvidando tus defectos.


Pero a lo largo de la vida, y en este caso hablo desde el mismo momento en el que un par de fórceps me arrancaron del útero materno, se van creando lazos que no se pueden romper, aunque quieras, a veces porque son indestructibles, a veces porque crees que puedes provocar un cataclismo en todo lo que te rodea si rompes el primero, si lo haces temes que puedan ir saltando todos los demás en una reacción en cadena que termine con tu mundo, que por cierto es lo único que conoces y a lo que desesperadamente te agarras aunque te abrases las manos. Es la pescadilla que se muerde la cola, además puedes hacer daño a quien, sufriendo como tú, no se lo merece y puede llegar a pasar que no seas capaz de hacer daño a quien sí se lo merece porque es algo tuyo. Hoy es uno de esos días en los que más lamento haber hecho daño a alguien, y sé que lo he hecho, incluso a propósito alguna vez, me gustaría que leyesen esto para que sepan que lo siento.


Me siento atrapado en una especie de partida de ajedrez viviente jugada por un par de locos que no piensan en las consecuencias de sus actos, que solo quieren ganar, al precio que sea sin importarles una mierda los sentimientos ajenos. Además no se conforman con jugar una partida abierta, con intercambio rápido de piezas y final de peones que busquen coronarse en dama, no, la partida que juego es una apestosa apertura de dama, cerrada como las puertas del cielo, una partida táctica y de desgaste en la que no soy más que un peón clavado esperando un alfil que se sacrifique para echarme del tablero. Porque es lo mejor a lo que puedo aspirar, a que alguien me coma y me quite de en medio, porque si la partida se alarga tanto que pierda el primero al que se le caiga la bandera voy a volverme loco, si es que no lo estoy ya.


Necesito una solución que no pase por la locura, ni por que me fulmine un rayo, me va demasiado en el envite, necesito algo, un mago, un milagro, una máquina del tiempo para escaparme lejos de aquí, lejos, lejísimos, tan lejos como volver las manecillas del reloj treinta y siete años.


viernes, 8 de octubre de 2010

El puto payaso


Es evidente que no estoy pasando por mi mejor momento creativo, bueno, tampoco es eso, directamente no estoy pasando por mi mejor momento y ya está. Sin embargo aun queda algo que me mantiene activo y en perfecto estado de revista, la ira. El proyecto absurdo comienza a extender sus tentáculos por todas las partes de mi vida, llegando a lugares que en principio le deberían estar vetados, como por ejemplo el terreno personal, porque sí, al final uno cumple su contrato de esclavitud a tiempo parcial solo para pagar cosas banales como la hipoteca o la factura del supermercado, nada del otro mundo, no deja de ser más que un intercambio de tiempo por dinero que no me debería afectar, me guste o no es otro vulgar caso de comercio injusto.

Pero ahora te tengo a ti y has cambiado mi vida, puto payaso, eres una inmunda cucaracha que, con tus correos trasatlánticos, me amargas el café todos los días. Hasta tu aparición estelar mis mañanas eran rutinarias y tranquilas, aguantaba el atasco con la misma paciencia que un monje tibetano, llegaba a mi sitio saludando a los sitios vacíos de mis compañeros, encendía el ordenador entre bostezos esperando la grata compañía con la que tomo el primer café, con sabor a veneno, de la mañana. Recuerdo ese tiempo no muy lejano con nostalgia, pero tú me lo has robado, ¡oh, puto payaso!, yo te maldigo, maldigo los sucios y grasientos dedos con los que llenas de blasfemias y mentiras mi pantalla, ya tienes suficientes años para ser tan chivato, acusica y traidor, porque sí, puto payaso, eres un cobardica que va quejándose a quien no debes porque no te hago caso, no te ajunto y no quiero ser amigo tuyo, pero claro, asqueroso reptil, luego ocultas que eres un parásito que vive del esfuerzo de los demás, qué vergüenza, a tu edad, tan mayorcito y meándote en los pañales.

Por tu culpa no duermo tranquilo, me quitas el sueño porque sé que mientras que yo descanso tú estás maquinando los más sucios trucos y perpetrando las mayores de las villanías. Desayuno rápido y me ducho a toda leche, no me afeito, conduzco como poseído por el espíritu de Lewis Hamilton, adelantando hasta por las incorporaciones, ficho a la carrera y subo las escaleras de dos en dos para encender el portátil, que ya ni apago, simplemente lo dejo en modo de suspensión para ganar unos minutos al crono, y cuando por fin abro mi bandeja de entrada allí está tu correo spam, esperándome agazapado, como tendiéndome una emboscada. Y lo leo entre insultos y mueras, cagándome en san pito pato y en la tara genética que debes tener, repugnante batracio, en la cabeza. Lo que más me pone es sentir tu errónea sonrisa de triunfo desde diez mil kilómetros de distancia mientras trato de recordar tu mirada bovina y tu cara de no haber roto nunca un plato, pero eso se va a acabar, te voy a arrancar la sonrisita junto con tu peludo mostacho, te voy a hacer migas y vas a arrepentirte de haberme conocido.

Tanto me absorbes que me tienen que arrancar del teclado para tomar café, y es que mi jornada solo tiene sentido para vengarme de ti. Porque con lo que no contabas, puto payaso, es que cuando alguien me la hace me la paga, y no me vale con devolver el golpe y terminar en tablas, no, para mí la única solución posible es la aniquilación, soy rencoroso hasta decir basta y voy a por ti. He estudiado minuciosamente tu modus operandi para darte donde más te duele y poco a poco sabes que te he ido acorralando, nunca contestas si sabes que estoy todavía delante del teclado, y lo sabes porque te lo recuerdo con correos estúpidos vacíos de contenido, alargo la jornada y justo antes de irme lanzo mi carga de profundidad que debe dejarte desconcertado, lo sé y me alegro. Vuelvo a casa relamiéndome y al acostarme desearía ser un ingeniero de avatar y manejar un Juanjo por control remoto de dos metros y medio que a base de puñetazos en los higadillos te enseñara modales y buenas maneras.

Pero ni eso me va a hacer falta, puedo contigo en cualquiera de las facetas, mosquita muerta, mido metro ochenta y cinco, calzo un cuarenta y cinco y peso más de cien kilos, tengo suficiente momento de inercia como para de una patada hacer orbitar tus pelotas alrededor del sol, si es que no las tienes huecas. Tampoco estaría mal meterte la cabeza en el inodoro, todavía caliente, recién usado por uno de los cerdipótamos que con nosotros conviven en la empresa, para pillártela con la tapa y tirarme el estilo bomba encima de ella, después bastaría con tirar de la cadena porque no tienes que tener ni sangre en las venas. Y si me buscas el pico vas dado, vete cavando el hoyo donde enterrar tus desvergüenzas. Hoy no has contestado y crees que con eso me voy a conformar, ¡lo llevas claro!, con los calzones en las manos me vas a tener que pedir una tregua, y no la vas a tener, habértelo pensado antes de declararme la guerra.

viernes, 1 de octubre de 2010

Maybe Someday

Llevo casi un par de semanas sin escribir, y no es una renuncia voluntaria al blog, lo digo para tranquilizar al que piense que me ha tragado la tierra. He comenzado seis o siete post que mueren inexorablemente al segundo párrafo como si fueran pequeñas bolas de papel lanzadas contra la superficie solar. No entiendo los motivos pero sufro un profundo bloqueo mental cada vez que me sitúo delante del teclado. Es darle al enter y siento correr debajo de mi cuero cabelludo millones de hormigas descerebradas que deambulan perdidas y errantes por los pliegues de mi sistema nervioso central. Incluso ahora, que no pretendo más que dar fe de vida, no sé cómo continuar y se me hace durísimo comenzar un nuevo párrafo, si no fuera porque es una soberana estupidez lo llamaría ansiedad.

Es cierto que estoy mentalmente más cansado que de costumbre, que duermo muy poco, que he vivido el miedo atroz, que se me acumulan los montones de hojas por revisar y las personas acuden en masa a mí agobiadas ante el irresoluble dilema de si es mejor subrayar en rojo o en verde, ¡como si eso fuera importante!, me dan ganas de levantarme del sitio y abofetearles al grito de “¿cómo tienes los santos cojones de preguntarme esa mierda mientras se muere mi blog?”, la falta de iniciativa me desespera, por eso últimamente contesto a todo que me da absolutamente igual, alguien que no se decide ni a elegir un color merece vivir sumido en el más estremecedor de los dilemas.


Echo mucho de menos los días en los que las palabras acudían a mí a borbotones, desparramándose por el teclado sin la intervención de mi cerebro, pero se han ido, como aquellas abejas que un día desaparecieron sin que nadie tenga aún una explicación convincente, y sin abejas que polinicen mis neuronas estoy perdido, las ideas rebotan del frontal al occipital sin encontrar la salida de emergencia. Así soy yo, demasiada vida interior para alguien tan vulgar, estoy hastiado de darle vueltas a las cosas y de consumirme por dentro, también estoy cansado de interpretar cada día un papel, de ponerme la máscara todas las mañanas para disfrazarme de tipo ingenioso, de currante disciplinado y amantísimo padre de familia, pero ese es otro tema, el tema, no puedo más.


Por eso voy a tratar de tomarme un respiro, porque creo que la única solución posible a mi problema es la inactividad, a lo mejor si no hago absolutamente nada algún tejido empieza a regenerarse y todo cobra de nuevo sentido. Voy a dejar el blog en barbecho hasta que un día me despierte y sea capaz de escribir del tirón, sin sufrimiento, porque para dar pena y mal rollo es mejor que me esté quietecito y me dedique a otras cosas. Me apetece mucho leer y creo que es a lo que me voy a dedicar una buena temporada, pero no es para nada una despedida, porque prometo volver, quién sabe, a lo mejor mañana o como diría The Cure a lo mejor algún día.


no i won't do it some more, doesn't take any sense
if it can't be like it was, i've got to let it rest
i don't want what i did, i had a change of tense
but maybe someday...