viernes, 6 de marzo de 2015

Donde muere la civilización





Cuando los amantes de la historia pensamos en el origen de la civilización, inevitablemente volvemos nuestros ojos a esa tierra bañada por los ríos Tigris y Eúfrates que ha sido llamada Mesopotamia desde la antigüedad. Desgraciadamente, y por una especie de ironía macabra, todos, amantes de la historia o no, volvemos los ojos al mismo lugar cuando pensamos en la más absoluta barbarie, un lugar donde miles de años después esa misma civilización corre el riesgo de ser destruida. Hoy a esa tierra entre ríos la llamamos Iraq y la estamos dejando morir al otro lado del televisor, como si no fuera más que un plató de cine en el que pelean buenos y malos.

Así, sentado en mi sillón, he podido ver como unas alimañas han destruido la ciudad de Nimrud, una de las cuatro capitales asirias, y se me ha roto el corazón, la pena que siento es tan grande que me obliga a escribir estas líneas para cambiar por letras mis lágrimas. Al que crea que exagero le invito a leer este otro post que escribí hace ya casi cuatro años, cuando era inimaginable, al menos para mí, que la barbarie pudiese llegar tan lejos. Y siento más pena todavía por toda esa gente atrapada en el infierno sólo por haber nacido en un lugar tan maravilloso en un tiempo equivocado, escribiría por ellos también, pero lo que mis tripas quieren decir mis dedos se niegan a teclearlo.

He tenido la suerte de conocer esos dos ríos en mis viajes por Turquía, los turcos me pasearon por el Eúfrates y los kurdos por el Tigris para enseñarme una ciudad muy pequeñita llamada Hasankeyf que, según me dijeron tenía una antigüedad de 10000 años. Pocas veces he sido más feliz que ese día, mirando esas aguas de un azul turquesa y su puente roto que tantos habían contemplado antes de mí allí mismo. Gente de diferente color de piel, gente que en multitud de idiomas habrían adorado allí mismo a dioses olvidados y a dioses modernos, gente como tú y como yo, cuyos descendientes se sentían orgullosos de mostrarme su herencia milenaria, a pesar de la decadencia visible. Habría que ser muy cretino para en ese momento no sentir otra cosa que un profundo respeto.

Por eso, yo, que soy consciente de lo circunstancial del lugar de mi nacimiento, soy capaz de hacer parte de mí lo suyo, soy capaz de comprender que cuando decimos que un lugar es patrimonio de la humanidad es porque realmente es parte de nuestra herencia colectiva como seres humanos, y siento que me agreden cuando destrozan un Lamassu unos desgraciados que ni siquiera saben qué significa aquello que están destruyendo, tanto como si volasen por los aires el acueducto de Segovia o la catedral de Santiago de Compostela. Porque en esto no debe existir ni la distancia ni la indiferencia, pensar que el problema es de otros, escurrir el bulto y mirar a otro lado nos hace a todos más miserables y a este mundo peor.

Quiero que el mundo al que pertenezco combata esta lacra hasta las últimas consecuencias, porque si hace tres mil años los asirios no hubieran imaginado que existiría una declaración universal de los derechos humanos yo ahora no puedo aceptar que en el mismo lugar del mundo que fue su imperio esa declaración en el 2015 sea papel mojado. No puedo aceptar que nadie mueva un dedo con verdadera determinación para que se cumpla porque, nos guste o no, estamos perdiendo esta guerra y algún día, avergonzados, diremos que se puedo hacer más, que se reaccionó tarde, que había demasiados intereses enfrentados que nos ataban de pies y manos. No puedo aceptarlo, me niego, son fanáticos, no tienen cabida en el mundo y sin complejos hay que exterminarlos.


Y mientras, con el corazón en un puño buscando un falso consuelo, me repito que las esculturas que tanto admiré sólo eran piedra, sólo eran piedra, como sus corazones. Malditos sean.

6 comentarios:

Pau dijo...

Estoy totalmente de acuerdo, es una vergüenza ver a los kurdos, y sobre todo a las kurdas, luchando solos ante estos salvajes; hoy los irakíes han conseguido echarlos de una ciudad con el apoyo de una cualición internacional, pero no es suficiente, si la humanidad no piede unirse para aplastar a estos bestias no merece llamarse "humanidad"

Carmen J. dijo...

Forma parte de un todo, forma parte de un guión. Las alimañas, los bestias que empuñan el mazo, son sólo unos burros, marionetas barbudas y fanáticas que hoy se dedican a tirar ciudades, mañana a quemar jordanos, pasado a degollar cristianos y al otro tirotear a otros musulmanes que no son de la cuerda que toca ese día. O se ponen un cinturón bomba y se meten en el metro de cualquier ciudad. Es un todo y es un guión. Y su lógica es el odio y el promover la barbarie: quieren acabar con una civilización.

Una civilización no es una cosa que se inventan en un ministerio. Es algo que se va destilando a lo largo de los siglos. Y ellos quieren poner el contador a cero para, a partir de ahí, construir su aberrante mundo, a partir de su aberrante ideología que llaman religión, pero que no es otra cosa que magia de la mala y basura ideológica de supermercado.

¿Exterminarlos? Para eso hay que enviar ejércitos, y hay que estar dispuestos a recibir ataúdes. ¿Lo estamos? No lo creo. Un mierda de estos en una carcel, y manifestaciones a gogó. Bah.

Buen post. Y muy de acuerdo con lo que dices.

Petulandcia dijo...

Ahora me has hecho llorar a mí. Este islam, esta barbarie, es un virus que va a asolar la tierra como el catolicismo lo hizo en el medievo. Pobres de nosotros.

El niño desgraciaíto dijo...

Se me parte el corazón viendo esa bruticie. Y sobre todo viendo lo ufanos que se muestran destrozando tanta belleza e historia.

Han estado allí 3000 años para terminar destrozados por un martillo neumático manejado por un fanático ignorante.

Pero, como dice Carmen, no estamos dispuestos a recibir ataúdes y ellos sí. Esa es la diferencia.

Newland23 dijo...

Pau, tal vez la diferencia es que los kurdos llevan luchando en inferioridad desde que se acuerdan con los turcos, los iraquíes y los iraníes,y posiblemente vean en esto la oportunidad de que alguien se los tome en serio por una vez. Para los iraníes y turcos, que no ven más allá de sus narices, es la excusa perfecta para no hacer nada y que sea su tradicional enemigo el que sufra el desgaste. Claro, que cuando el monstruo les meta directamente en casa igual se arrepienten de lo que están haciendo. Eso sin tener en cuenta que Turquía es de la OTAN e Irán del eje del mal y no se pueden ni ver.

Carmen, ND, creo que estamos cada vez más cerca de estar dispuestos a recibir ataúdes, porque no va a quedar mucha alternativa. Lo difícil va a ser montar una coalición al gusto de todos, porque ver en el mismo bando a Israel, Turquía e Irán, que se odian entre sí, puede ser la mundial.

Petul, no llores, tiene que existir una solución, sólo necesitamos gente valiente que se arriesgue a proponerla.

pseudosocióloga dijo...

Tremendo.
Era un viaje pendiente y ya no será lo mismo...jamás.