miércoles, 16 de septiembre de 2015

El país imaginado


9788415578185

Esta primera quincena de septiembre, los maratonianos miembros del Club de Lectura 2.0, hemos leído “El país imaginado”, una novela del escritor argentino Eduardo Berti a propuesta de Carmen. Se trata de una novela corta ganadora del premio Premio Las Américas en la que el autor, con muchísima valentía, nos sitúa en la China de comienzos del siglo XX. Es el segundo libro del club, el primero fue “El imperio del sol”, que nos traslada al lejano oriente, concretamente a esa China de entreguerras, en su caso con el Japón, que vive entre el ocaso del imperialismo y la llegada de Mao, y cuya lectura no solo nos traslada en el espacio, sino que también nos traslada en el tiempo y, sobre todo, nos lleva a un modo de ver la vida muy diferente del que nuestros occidentales ojos están acostumbrados a observar.

La editorial Impedimenta nos hace esta introducción del libro: “Animada por el melancólico encanto de la niñez que se escapa, impulsada por la fina exquisitez de su tono narrativo, El país imaginado traza una elegante fábula acerca de la memoria y las oportunidades perdidas. Imbuida de una atmósfera mágica, de delicados elementos que prefiguran lo que ha de ser el país imaginado, esta bella historia nos traslada a una China de principios del siglo XX repleta de fantasmas, de bodas entre vivos y muertos, de supersticiones y ritos ancestrales. En medio de todo ello se encuentra la protagonista, una joven que vive atemorizada por el compromiso nupcial que para ella desean pactar sus padres y que, mientras, solo tiene ojos para la hija de un vendedor de pájaros ciego, la hermosísima Xiaomei, con quien inicia una tímida relación de amistad y dependencia. En sus citas en el parque al que los ancianos van a pasear a sus pájaros, las dos descubren la importancia de lo que se cuenta y de lo que no, de la lealtad y de la belleza, con todo su poder para huir de los abismos abiertos por los demás.”.

Me parece una descripción tan fantástica que poco más puedo hacer para mejorarla. Está claro que, cuando nos ponemos delante de esta historia, uno piensa al momento que el país imaginado es la propia visión del autor sobre un rincón del mundo tan distante y tan diferente, y en parte es así, pero cuando uno lee el libro la visión cambia, pasando a ser ese país imaginario un mundo que vive a caballo entre la realidad y la fantasía, que va y viene del mundo de los vivos y del de los muertos, que flota entre cuentos, mitos y supersticiones y que, al mezclarlo, conforma una realidad frágil y difusa en la que queda mucho espacio tanto para los sentimientos como para su silencio.

El país imaginado” es una pequeña joya que va atrapando sin estridencias, de forma progresiva y suave, superando uno tras otro todos los prejuicios que se pudieran tener antes de comenzar su lectura. Y lo digo de primera mano, porque nada bueno podía esperar de un escritor argentino que no sólo nos cuenta una historia de un mundo que en teoría le debería ser ajeno, es que además tiene el valor de hacerlo narrando en primera persona con un personaje adolescente y femenino, dando un triple salto mortal tan arriesgado como cargado de éxito. Porque es capaz de ponernos en el pellejo de los personajes, que son a la vez tan creíbles como increíbles, llenos de sentimientos tan profundos como reprimidos, que es, tal vez, la peculiaridad de ese mundo oriental del que solemos sentirnos tan distanciados.

Eduardo Berti va mucho más allá de todo esto y hace que lleguemos a ver el alma de unos personajes que a cada página nos parecen más parecidos a nosotros y mucho más humanos, y todo esto sin salirse nunca del filo que separa nuestros mundos, sin salirse jamas de un hechizo que por momentos me ha recordado a otras historias llenas de fantasía de la literatura iberoamericana, de la que no me cabe duda habrá bebido el escritor. “El país imaginado” es un libro en el que los detalles importan, en el que la belleza importa, que deja un regusto lleno de melancolía pero que al terminarlo sabe a poco porque uno quisiera prolongar su estancia en ese mundo que tal vez ya no exista, que tal vez jamás haya existido.


Como siempre, encontraréis otras opiniones en las reseñas de Desgraciaíto, Carmen, Paula y Bichejo, y esta vez no estoy en condiciones de presuponer qué opinión tendrán del libro, así que haced como yo y corred a leerlas.

martes, 1 de septiembre de 2015

Vestido de novia


En la segunda quincena de agosto, los veraneantes miembros del Club de Lectura 2.0, hemos leído “Vestido de novia” una novela negra (que ahora todo el mundo llama thriller) escrita por Pierre Lemaitre. He sido yo mismo el que la ha propuesto y el motivo es muy sencillo. El año pasado, en mi afán por ir avanzando un poco en la literatura francesa actual, me leí “Nos vemos allá arriba”, ganadora del prestigioso Prix Goncourt en el 2013, que me gustó mucho. Por eso me pareció buena idea repetir el autor y hacerlo en el club, porque contaba con alguna buena referencia más de Carmen a la que había gustado otra de sus novelas llamada Alex, que sin duda leeré antes de que pase mucho tiempo.

Con esto de los libros del club uno siempre duda de sí va a acertar o no, sin ir más lejos el año pasado, en mi periplo francés, elegí “La posibilidad de una isla” del tan aclamado Houellebecq y todos sabemos cómo terminó, con deseo de arrancarme los ojos durante su lectura y con un estupendo premio limón que ensucia mi buen gusto literario. Pero este año creo que no va a ser así y preveo que este libro, sin ser posiblemente lo mejor que hemos leído, va a ser uno de los firmes candidatos al premio naranja de 2015, y si no al tiempo.

La Editorial Alfaguara, que publica la novela, hace la siguiente sinapsis: “Sophie Duguet no entiende qué le sucede: pierde objetos, olvida situaciones, es detenida en un supermercado por pequeños robos que no recuerda haber cometido. Y los cadáveres comienzan a acumularse a su alrededor...
Y ya no podemos desvelar nada más de este thriller para así mantener intacto el escalofriante placer de la lectura y la adictiva búsqueda de la verdad por parte del lector.”

Efectivamente hacen bien no desvelar nada más de la trama del libro, porque según el libro avanza se vuelve cada vez más imprevista o sorprendente, al menos para mí que ni soy tan sagaz como un Arsenio Lupin ni gozo de las dotes detectivescas de un Sherlock Holmes. La pena es que sorprendente no sea sinónimo de creíble, porque si lo fuera estaríamos hablando de una obra maestra y yo creo que “Vestido de novia”, al contrario de “Nos vemos allá arriba”, no lo es. Lemaitre divide la novela en tres partes, de las cuales la primera, que yo creo que es la mejor, tiene un ritmo que te deja sin aliento y con ganas de leer en todo momento una página más. Pero esa primera parte se corta bruscamente y es engullida, como si de unas muñecas rusas se tratara, por una segunda, y ya no es lo mismo.

Porque una vez recuperados de la sorpresa inicial de esta segunda parte, nos damos cuenta de que el libro ha descendido un par de peldaños y de que a la historia se le empiezan a ver las costuras. Eso no impide que el lector quiera saber cómo va a terminar la misma, pero ya no se fía porque casi todo suena demasiado forzado y difícil de encajar, lo cual redunda en un intento de explicar y atar cada cabo suelto que afecta de forma grave al ritmo de la novela. Más tarde, en la tercera parte, la trama vuelve a recuperar parte del ritmo que se había perdido, hasta llegar a un final que resuelve todas las dudas planteadas y que, a pesar de su sordidez, está mucho más cerca de un final feliz para Sophie de lo que jamás habríamos imaginado.

A pesar de que la reseña pueda indicar otra cosa, creo que “Vestido de novia” cumple con su cometido de intrigar al lector durante todo el libro, por lo cual recomiendo su lectura. De hecho, a pesar de que no hayamos tenido hasta ahora un gran año lector, pienso que es lo más entretenido de este año, además de ser un libro impecablemente escrito, algo que aquí nunca damos por hecho jamás.


Como siempre, encontraréis otras opiniones en las reseñas de Desgraciaíto, Carmen, Paula y Bichejo, como siempre ¡corred a leerlas!